Jueves, 18 de Abril 2024

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Ayotzinapa

Por: Jaime García Elías

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El 3 de octubre, alusivo a la masacre de Tlatelolco en 1968; el 22 de abril, a las explosiones de 1992 en el Sector Reforma de Guadalajara, y el 26 de septiembre -a conmemorarse el próximo domingo-, a la “desaparición” hace siete años de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, son fechas que remueven en la memoria colectiva, heridas que no acaban de cerrar. En esos casos, que se han vuelto emblemáticos, además del dolor de los deudos por la muerte de sus seres queridos, prevalece el resentimiento social porque la justicia resultó burlada. Si hubo responsables -como necesariamente debió haberlos-, por acción en Tlatelolco y Ayotzinapa, por omisión (negligencia criminal, pues) en el otro caso, nunca fueron plenamente identificados, denunciados, enjuiciados y, en consecuencia, debidamente sancionados.

-II-

La matanza de Tlatelolco todavía suscita marchas y manifestaciones, no tanto porque se pretenda reactivar los expedientes y procesar a los “actores políticos” que la perpetraron, sino porque se ha vuelto bandera política. Las explosiones en el Sector Reforma ocasionan protestas -cada vez más débiles, como ecos que se extinguen- de los sobrevivientes, marcados de por vida, en cuerpo y alma, de la tragedia.

El caso de Ayotzinapa, mucho más reciente, suscita reacciones airadas porque muchos oportunistas alimentan entre los familiares y allegados de los 43 estudiantes, la consigna -más aún: la exigencia clamorosa ante las autoridades- de que “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Se soslaya que, si vivos estuvieran para que en esa calidad pudieran regresar, como si se tratara simplemente de despertar de una espantosa pesadilla colectiva, siete años son demasiados para seguir alimentando esa esperanza. Además, independientemente de las probables imperfecciones en la investigación y los vicios procesales en que seguramente se incurrió, todos los indicios y testimonios concuerdan, en lo esencial, con la cuestionada “verdad histórica”: que los estudiantes fueron detenidos por policías, entregados a grupos delincuenciales, asesinados, incinerados, y sus restos arrojados indistintamente a basureros o al río.

-III-

Independientemente de la reunión que los familiares de los 43 estudiantes tengan hoy con el Presidente de la República, casi seguramente continuará la llamada “Jornada Nacional de Protesta”, porque el decreto presidencial de 2018, que creó una Comisión -así, con mayúscula- “para fortalecer el ejercicio del derecho de los familiares de las víctimas del caso Ayotzinapa -y de la sociedad, por supuesto- a conocer la verdad”, ha servido para lo mismo que la celebérrima Carabina de Ambrosio...

(Fin).

jagelias@gmail.com
 

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