Jueves, 28 de Marzo 2024

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Albercas que huelen a corrupción

Por: Jaime Barrera

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El brillo de los atletas jaliscienses, que están cerca de cumplir dos décadas como los número uno en las Olimpiadas Nacionales, contrasta con los desórdenes financieros que las nuevas autoridades aseguran haber encontrado y que hizo crisis con el escándalo del complejo panamericano de natación, donde atletas resultaron afectados por los químicos mal utilizados en las albercas.

A reserva de lo que se denuncie y se acredite respecto a la pasada administración del Consejo Estatal del Deporte (CODE), el caso del centro de natación construido para los Juegos Panamericanos del 2011, obliga de entrada a revisar los términos en los que muchas de estas instalaciones deportivas se entregaron en concesión a particulares.

Mucho antes del bochorno ocurrido en el Campeonato Nacional de Natación, del que muchos participantes prefirieron retirarse luego de las lesiones y quemaduras de piel que les provocó el mal tratamiento de las aguas de las albercas, ya había denuncias del mal estado en el que se encontraban esas instalaciones.

Las quejas venían de los usuarios del complejo panamericano de natación a quienes particulares cobran la inscripción, las clases y el uso del equipamiento.

Lo mismo ha sucedido en el Complejo Panamericano de Tenis, construido también en el Parque Metropolitano para la justa deportiva continental del 2011, y concesionado también a particulares. Quienes pagan por los cursos y el uso de las canchas han denunciado el mal mantenimiento de esas instalaciones.

Son sólo dos ejemplos que dejan claro la poca supervisión que las autoridades estatales del ramo hicieron, para cuidar esos centros deportivos patrimonio del Estado y que dejaron en manos de empresas privadas.

Lo más grave es que, al menos en el caso del complejo acuático, no sólo hubo negligencia oficial para cuidar las instalaciones que son patrimonio público, obligando a los concesionarios a dar el debido mantenimiento a los edificios y sus equipamientos, y no sólo medrar con las altas cuotas que cobran, sino que hay indicios claros de casos de corrupción.

Por ejemplo, ahora que se revisaron las compras de los productos químicos que afectaron la salud de los nadadores, salió a relucir que el CODE compró hasta enero de 2018 a una empresa fantasma que estaba boletinada incluso por Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Aunque las nuevas autoridades del CODE aseguran que están haciendo una revisión de todas las adquisiciones, lo que también habrá que checar es por qué es el CODE quien pagaba estos insumos cuando el Centro Acuático Metropolitano estaba concesionado.

Habrá, pues, que estar pendientes del resultado de estas revisiones y lo que en su momento concluya la Contraloría General del Estado e incluso la Fiscalía Anticorrupción.

Aprovecho esta última columna del 2018 para agradecer a todas y todos amables lectores su compañía, desearles que pasen una muy Feliz Navidad y que el 2019 venga cargado de buenas noticias. Nos leemos aquí nuevamente el próximo 2 de enero.

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