Jueves, 25 de Abril 2024

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Absolutismo moral

Por: Cesáreo Escobedo

Absolutismo moral

Absolutismo moral

La moral es un concepto sumamente complejo. ¿Qué debemos entender por “moral”? ¿Qué postura debe tener el gobierno sobre la misma? Manuel Atienza, dentro de su libro “¨Podemos hacer más: otra forma de pensar el Derecho” explica la diferencia entre un absolutista moral y un objetivista moral. Veamos.

Grosso modo, el absolutista moral es aquel que no solo afirma tener razón en cuanto a los juicios morales que sostiene, sino que pretende que sus razones son absolutas, que no pueden ser derrotadas por ninguna otra razón. El objetivista moral, por otro lado, está abierto a los argumentos, a la discusión racional, pretende que lo que sostiene es correcto, pero está dispuesto a dejarse convencer por la fuerza del mejor argumento.

Considerando lo anterior, parecería que el objetivismo moral es una opción más benéfica a nivel individual. A nivel colectivo, sin embargo, esta situación se vuelve mucho más compleja y no se puede constatar que haya una opción correcta en todos los casos. Tomemos el ejemplo de la religión. Dentro de una religión, se debe utilizar un absolutismo moral que estructure y le brinde fuerza a las creencias constatadas por la misma. El caso de la religión es una de las pocas excepciones donde debe haber necesariamente un absolutismo moral, pues la misma establece las reglas del juego para todos sus creyentes. Analicemos brevemente la postura que debería tomar un gobierno con respecto a la moral y lo que en realidad sucede.

Si lo que se pretende es hacer valer un gobierno democrático y laico, no se puede establecer palabra por palabra lo que debe ser la moral dentro de nuestro ordenamiento jurídico. Al hacerlo, se estaría limitando un concepto naturalmente relativista y se estaría perjudicando la evolución del mismo con el tiempo y el espacio. El regular la moral sería encadenarla y atentar contra la libertad de expresión dentro de nuestro país. En otras palabras: el gobierno no puede fungir como un absolutista moral.

Hoy por hoy, el discurso de nuestro gobierno parece ser más absolutista que objetivista, y eso es algo preocupante. Para López Obrador, las cosas son como son, le guste a quien el guste. En la práctica, el gobierno está fungiendo como absolutista moral al constatar lo que debe ser, considerando que sus razones son absolutas. Esto ocurre, cuando en realidad nuestro gobierno no debería respaldarse en extremos, pues los absolutismos morales van contra de la esencia democrática. Adicionalmente, en este y en cualquier caso el ser absolutista es peligroso, pues se pierde de vista la visión panorámica sobre el asunto en particular. Es inaceptable que el Estado se sumerja en el terreno del absolutismo al momento de regular un concepto tan cambiante como lo es la moral. 

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