Viernes, 29 de Marzo 2024
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- “Ya valió…”.

Por: Jaime García Elías

- “Ya valió…”.

- “Ya valió…”.

Por desgracia, el meollo de la cuestión, en el tema de la traída y llevada Reforma Educativa, no estriba en los pasos que deberían darse para elevar, en efecto, el pobre nivel de la educación en México -y subsanar, por ende, uno de los más graves rezagos históricos que el país arrastra desde hace décadas-, sino en no contrariar al sector más radical, quisquilloso y beligerante del gremio magisterial.

Es probable que en los cabildeos entre los dirigentes de las bancadas representadas en el Congreso de la Unión, se hayan logrado consensos para que de la (“mal llamada”, según su autoproclamado enemigo público número uno, el Presidente López Obrador) Reforma Educativa de la administración anterior, “no quede una coma”… Pero si lo que aprueben las dos cámaras no es del gusto de la temible CNTE, como  dirían los jóvenes de hoy, “ya valió…”.

-II-

Los recientes bloqueos -impunes todos, por cierto- a las cámaras legislativas, y los anteriores a las vías generales de comunicación, fueron notorias y hasta escandalosas manifestaciones de músculo de la susodicha CNTE.

Al incluir a los mentores en el Apartado B del Artículo 123 de la Constitución, la reformada Reforma los vuelve prácticamente intocables. Evaluarlos, presumiblemente, de conformidad con lineamientos que sean del agrado de sus dirigentes, y no con estándares o parámetros  internacionales de calidad, no garantiza la deseable mejoría continua, en lo sustancial, de la educación. Incorporar, como se pretende, “como un componente del Sistema Educativo Nacional, a los padres de familia, para darles participación dentro de los procesos de apoyo a la educación de sus hijos”, a partir de una realidad en que la mayoría de los padres, aduciendo-válidamente, quizá, en la mayoría de los casos- “motivos de trabajo”, delegan totalmente esa responsabilidad en escuelas y maestros, se queda, como tantos rubros incluidos en el proyecto en vías de convertirse en ley, en el terreno de las buenas intenciones.

-III-

Y algo más: la “obligatoriedad” de la educación superior, contemplada en la nueva Reforma, obligará a destinar recursos adicionales para construir aulas y contratar maestros, al efecto de que no haya estudiantes rechazados. La medida (que ningún país del mundo aplica, puesto que los jóvenes tienen vocaciones, aptitudes y aspiraciones profesionales muy disímbolas) acrecentará la cantidad -prevén los especialistas-, aunque en detrimento de la calidad, y repercutirá, previsiblemente, en la multiplicación exponencial del número de desempleados y subempleados… ¡ah, pero eso sí, con título universitario…!

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