Sábado, 04 de Mayo 2024

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- Sermón

Por: Jaime García Elías

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El asunto se ha vuelto recurrente. Por una parte, es la reiteración de episodios que no por ser cotidianos pueden o debieran verse con naturalidad: asesinatos en la vía pública; hallazgo de cadáveres con huellas de violencia, en barrancos, brechas, caminos vecinales, calles citadinas y automóviles abandonados. Por la otra, son las estadísticas: los datos comparativos con los del año pasado, el sexenio pasado o los sexenios anteriores; indicios de que, en esa materia, como si se tratara de desmentir a quien no solo prometió sino incluso fijó plazo para que las cosas mejoraran, éstas, en realidad, empeoran...

Son, al fin del cuento, las pruebas de que la inseguridad ciudadana es la constante... El discurso oficial en el sentido de que los crímenes que un día sí y otro también se perpetran en este bendito país, lo mismo en grandes ciudades que en poblados o rancherías, corresponden a enfrentamientos o ajustes de cuentas entre bandas delincuenciales, no pasa de ser una hipótesis peregrina: al no esclarecerse casi nunca esos delitos; al no identificarse a sus autores ni puntualizarse sus móviles, cualquier conclusión que se aventure es discutible... por no afirmar que probablemente no pase de ser una patraña.

-II-

Contra los malditos hechos, las palabras bonitas. El otro día, a pregunta expresa de un reportero en “la mañanera”, la respuesta elusiva: la suscripción a los consabidos “otros datos” divorciados de la realidad. Al siguiente -ayer-, la reiteración: “Aunque se burlen (...), voy a seguir diciendo ‘abrazos, no balazos’”. Y a continuación, la piadosa moralina: “No se puede enfrentar el mal con el mal, la violencia con la violencia...”.

Si lo dijera el señor cura de la parroquia, el sermón resultaría comprensible, por venir de quien viene..., aunque los feligreses, en el fondo, posiblemente se sentirían burlados. Dicho por el Presidente de la República, como respuesta a un clamor generalizado -justo por lo demás- de los ciudadanos, esa respuesta elude la responsabilidad que legal y moralmente le corresponde, porque al asumir el cargo “protestó” (es decir, se comprometió solemnemente a) “cumplir y hacer cumplir las leyes” vigentes, lo que implica combatir el delito y perseguir a los delincuentes.

-III-

El “augusto” declarante no entiende, por lo visto, que no se le pide “enfrentar el mal con el mal” ni “la violencia con la violencia”, sino el mal con la legítima fuerza del Estado y la violencia con la aplicación estricta de la ley.

Así de simple; así de claro...

jagelias@gmail.com

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