“¡Que te mantenga el Gobierno…!” (así, con signos de admiración) es, salvo prueba en contrario, una expresión popular en desuso. Era, antaño, una “muletilla” de los cómicos carperos -y, por extensión, del ciudadano común en circunstancias similares-, como respuesta al “patiño” que acusaba la intención de darle un “sablazo”. Aludía, por supuesto, a una realidad que aún hoy sigue vigente: la tendencia de muchos gobernantes a solucionar algunas carencias económicas de sus gobernados, por la vía de las dádivas.-II-Viene al caso la referencia por dos notas de rabiosa actualidad, contrastantes en su esencia…Una: en consonancia con su bandera de hacer de la austeridad -junto con la honradez- bandera de su Gobierno, el hoy Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, intentará reducir drásticamente los brutales costos de operación del Congreso de la Unión. Además de dietas (salarios) y ayudas adicionales para “asistencia legislativa” y “atención ciudadana”, que se ejercen de manera discrecional, trascendió (“El Universal”, VIII-13-18) que la LXIII Legislatura, que va de salida, “ejerció” cuatro mil 693 millones 590 mil pesos en “honorarios” de dos mil 259 “asesores”: una cifra superior a los cuatro mil 060 millones asignados este año al Seguro Popular, que trata de cubrir a la población que carece de prestaciones como el IMSS y el ISSSTE.La otra: conforme a lo ofrecido en su campaña y particularmente en los debates con los otros candidatos, López Obrador pretende, si no resolver, sí atenuar, al menos, el problema de la falta de oportunidades para los jóvenes en el mercado laboral en México. Su plan, para el efecto, consiste en repartir 110 mil millones de pesos anuales entre los dos millones 600 mil jóvenes calificados como “ninis” (ni estudian ni trabajan): tres mil 600 pesos mensuales a los que ingresen como aprendices en empresas, y dos mil 400 a los que opten por reanudar sus estudios de bachillerato y universidad.-III-Cualquiera diría que López Obrador, así, imita a Robin Hood o a Chucho el Roto: quitar a los que injusta y abusivamente tienen mucho, para remediar carencias sociales. La primera medida responde a una añeja demanda ciudadana, basada en el hartazgo de que este sea un país de gobernantes ricos y gobernados pobres. La pertinencia de la segunda parece discutible, a partir de la sabiduría de la conseja: “Dale un pez a un hombre, y comerá un día; enséñalo a pescar, y comerá toda la vida”.
