Viernes, 26 de Julio 2024

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- “¿Qué necesidad?...”

Por: Jaime García Elías

- “¿Qué necesidad?...”

- “¿Qué necesidad?...”

De que la consulta sobre revocación de mandato, si finalmente se realiza, sería “un ejercicio democrático”, no hay duda; de que sería, en cualquier caso, un ejercicio ocioso, tampoco...

-II-

Por supuesto, si finalmente se subsana el actual impasse, lo mismo si la Suprema Corte de Justicia de la Nación desenreda ese nudo gordiano y determina que la consulta va aunque el presupuesto asignado para la misma por el “honorable” Congreso sea insuficiente, que si el Instituto Nacional Electoral acata la resolución y encuentra las fórmulas mágicas necesarias para cumplir con la encomienda, todos los análisis conducen, fatalmente, a las mismas conclusiones:

1) Aunque el ejercicio tuviera una respuesta mayor, cuantitativamente hablando, a la registrada en la precedente -la del pasado 1 de agosto, sobre si debería juzgarse a “los actores políticos del pasado” que eventualmente hubieran incurrido en acciones delictivas-, un sondeo que se encomendara a una o varias casas encuestadoras demostraría que los ciudadanos interesados en participar en ese ejercicio no son, ni mucho menos, la mayoría de los enlistados en el padrón electoral. Como en la precedente, pues, la respuesta ciudadana sería el ausentismo.

2) Aun si la afluencia ciudadana fuera cuantiosa, la suficiente para hacer vinculante el resultado, el plebiscito difícilmente se pronunciaría por la remoción del Presidente de la República: lo haría, en cambio, por el cumplimiento cabal de su mandato. Hay dos indicios para ello: a) que la consulta no fue promovida por “los ciudadanos”, como establece el precepto constitucional correspondiente, sino por el Presidente López Obrador; b) que el mismo Presidente (con los pelos de la burra parda -las encuestas de opinión- en la mano, por lo demás) proclama continuamente en sus “mañaneras” un hecho incomprensible para muchos analistas, pero que nadie osa desmentir: los amplios niveles de aprobación que “el pueblo bueno y sabio” otorga a su gobierno.

3) El mismo sondeo revelaría que incluso los ciudadanos y aun los críticos que abiertamente desaprueban tanto los modos como muchas de las decisiones presidenciales -y que no por ser críticos o disidentes son sus “adversarios”-, consideran que no sería prudente removerlo, por la inestabilidad política, el impacto financiero y el desbarajuste social que ocasionaría la designación del interino o sustituto que cubriera el trecho faltante -tres largos años- para la elección y toma de posesión del próximo Presidente Constitucional.

-III-

Si el desenlace del capricho (costoso, además), mírese por donde se mire, es perfectamente previsible -diría Juan Gabriel-, “¿qué necesidad...?”.

Colofón: así que...

jagelias@gmail.com

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