Quienes ya peinan canas -si algo peinan…- saben que las campañas electorales son como el noviazgo: tiempo de promesas… Ya han visto esa película muchas veces. Desconfían del panorama de color de rosa que pintan los candidatos; la experiencia les ha enseñado que entre las promesas y la realidad de ordinario media un abismo, independientemente de las buenas intenciones de algunos aspirantes y la habilidad de otros -los más, probablemente- para prometer, como los merolicos de plazuela, que en cuanto ellos empiecen a gobernar (“si el voto popular los favorece”, desde luego), “va a bailar la calaverita…”.-II-Los candidatos a ocupar alcaldías de la Zona Metropolitana de Guadalajara -vecinos y muy probablemente oriundos de la misma como son-, tienen, todos ellos, un diagnóstico muy claro de las asignaturas pendientes. En función de ese diagnóstico confeccionan sus discursos, pródigos en promesas… incumplibles muchas veces porque revertir perniciosas inercias no es cuestión de “enchílame otra”. Probablemente vayan por ahí las 21 propuestas presentadas por la Cámara de Comercio de Guadalajara (EL INFORMADOR, IV-17-21, p. 1-A) a los candidatos a la alcaldía, “para que se comprometan a cumplirlas si son elegidos en los comicios del 6 de junio”. Sobresalen entre ellas la erradicación del comercio ilegal e informal del primer cuadro de la ciudad; la reactivación del “Paseo Alcalde”, ya que entre la reconversión de la antigua avenida, a raíz de las obras de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano, y la pandemia, han cerrado más de 250 negocios y se han perdido cerca de tres mil empleos. Se plantea asimismo la “redensificación” de la extensa zona céntrica que dejó de ser habitacional para transformarse en comercial, y la recuperación -ilusoria, como un verdadero milagro no suceda- de centenares de fincas abandonadas o ruinosas.-II-Hay que decir que el abandono del centro “es un fenómeno que se da en todas las ciudades medias y grandes”, como señala Carlos García Gandul, presidente de la Federación de Industriales y Comerciantes de Alcalá de Guadaira (“Milenio, Cinco Días”, IV-17-21); no es privativo de Guadalajara, pues… Sin embargo, el fenómeno “es reversible, siempre que se haga una gestión urbanística adecuada desde los ayuntamientos, favoreciendo la construcción de viviendas normales”: algo que implica reformar leyes y reglamentos que condenan a las fincas antiguas al abandono y a la ruina… y cambiar el chip a los propietarios reacios a asumir que una construcción que no se gana la vida es como un muerto insepulto.
