Jueves, 25 de Abril 2024

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- Heridas abiertas

Por: Jaime García Elías

- Heridas abiertas

- Heridas abiertas

La verdad acerca de la causa de las explosiones del 22 de abril de 1992 en las calles del Sector Reforma de Guadalajara, como de tantas atrocidades que en estas Tierras (dizque) de Dios y de María Santísima han sucedido, la sabremos, sin falta, el Día del Juicio… pero ya en la tarde (si no llueve).

-II-

El tema, al conmemorarse el XXVII aniversario de aquel suceso, fue la intención del Gobierno de Jalisco, de solidarizarse con las víctimas e integrar una comisión que redacte un documento en que se solicite al Presidente de la República gire instrucciones a los directivos de Pemex para que éstos, en nombre de la paraestatal, emitan una disculpa pública por la que, en opinión de los solicitantes, fue su responsabilidad en la tragedia.

Descartada, por burda e insostenible, “la teoría del agujerito” que las autoridades, en primera instancia, trataron de vender a la opinión pública como la verdad oficial, surgió, en términos de lógica, la hipótesis de que al descubrirse que empleados de Pemex -coludidos, posiblemente, con funcionarios de la misma paraestatal- “ordeñaban” los ductos (serían “huachicoleros”, pues), vertieron en los colectores el combustible que tenían almacenado, quizás en los mismos depósitos de la empresa. Dicha hipótesis fue eliminada de las líneas de investigación que supuestamente se abrieron, porque una eventual sentencia judicial adversa contra funcionarios de Pemex habría sido funesta para las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá que entonces se realizaban al más alto nivel gubernamental.

Descartada, así, la vía jurídica, se actuó por la vía política. En ese sentido, Pemex -el Gobierno, pues- asumió el compromiso de respaldar económicamente las decisiones que, en beneficio de víctimas y damnificados, se tomaran en el seno de un Patronato para la Reconstrucción del Sector Reforma. Aquellas erogaciones, pues, no se interpretaron como reparación del daño por parte de los culpables de diversos delitos, sino --¡Viva México...!-- como gesto altruista de la paraestatal.

-III-

Cada aniversario de aquel episodio sirve para reparar en que quedaron muchos hilos sueltos y en que las heridas no han cerrado. Es poco probable que Pemex, institucionalmente, acceda a emitir el “mea culpa” que iría implícito en la disculpa que se piensa solicitar. Parece más práctico, en consecuencia, que los actuales gobernantes implementen mecanismos que permitan seguir apoyando, de manera vitalicia, a las víctimas… en el entendido de que, en casos como este, ayuda más la misericordia que la aplicación tardía de la justicia.

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