Martes, 21 de Mayo 2024

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- Herencia maldita

Por: Jaime García Elías

- Herencia maldita

- Herencia maldita

Pocos oficios hay tan ingratos como el de ex Presidente de la República. Que lo diga, si no, Enrique Peña Nieto… ¡y eso que todavía no lo es!

-II-

En un mensaje, parte como promoción del que será su último Informe de Gobierno, parte como despedida de su cargo, el aún Presidente admite que su administración quedó a deber en el ámbito de la seguridad. Reconoce que al cierre de su sexenio “hubo un repunte” en los índices de criminalidad que al principio -según él mismo- se había logrado reducir. Y confiesa, con todas sus letras, que “no hemos alcanzado el objetivo de dar a los mexicanos paz y tranquilidad en cualquier parte de la geografía nacional”.
Aunque “A confesión de parte -como reza el principio general de derecho-, relevo de prueba”, hay, en ese tema, un punto a favor del va virtual ex Presidente: la sinceridad… Es poco común que un Presidente, aún en ejercicio, admita públicamente -y, sobre todo, de manera espontánea- haber reprobado en alguna asignatura. Las críticas a su desempeño corren por cuenta, primero, de la oposición, que para eso está, lo mismo cuando hay motivos que cuando tiene que inventarlos; segundo, de los politólogos, que de manera imparcial y objetiva deben tanto reconocer las luces como advertir y señalar las sombras de un Gobierno; y tercero, del pueblo que ordinariamente evalúa y se expresa en nombre de la frustración y el resentimiento, habida cuenta de que casi nunca un gobernante está a la altura de las expectativas que genera, con las promesas que cambia por votos, como candidato.

-III-

La impopularidad que arrastra Peña Nieto no tiene precedentes. Se explica por escándalos mediáticos como el de la “Casa Blanca”; por el nebuloso trasfondo del “Caso Ayotzinapa”; por la corrupción de varios gobernadores emanados del cacareado “Nuevo PRI”; porque el “gasolinazo” desmintió los prometidos beneficios de la “Reforma Energética” para el bolsillo del ciudadano común; por el torpe o ingenuo manejo de la relación con Donald Trump; por la guerra declarada del Presidente Electo López Obrador a la “Reforma Educativa”…

Así, reconocer que poco se hizo para combatir frontalmente a la delincuencia y menos aún se consiguió para atacar las causas profundas del problema -la pobreza creciente, la desigualdad social, la falta de oportunidades…- denota, al menos, honestidad para la autocrítica… aunque constituye, por otra parte, una herencia maldita de la que su sucesor, quiéralo o no, tendrá que hacerse cargo.

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