Viernes, 19 de Abril 2024

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- Deserción escolar

Por: Jaime García Elías

- Deserción escolar

- Deserción escolar

Una buena... y una mala.

La buena, las medidas que las autoridades educativas, apoyadas por los medios de comunicación, han dispuesto para que se reanuden las clases dentro de tres semanas -el lunes 24, para ser exactos-... a pesar de que la contingencia sanitaria obligará a hacerlo “a distancia”, de manera virtual, por tiempo aún indefinido, en concordancia con la “nueva normalidad” vigente desde hace cinco meses.

La mala, el pronóstico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el sentido de que casi un millón y medio de estudiantes mexicanos (800 mil de educación media, casi 600 mil universitarios y casi 40 mil de posgrado) no regresarán a clases para el próximo ciclo escolar. Su destino será enrolarse, como Dios les dé a entender, en actividades productivas -comercio informal, subempleo o trabajos mal remunerados en la mayoría de los casos-, o, sobre todo las mujercitas, dedicarse a labores domésticas. En todo caso, truncar el proceso de su educación.

-II-

La deserción escolar -involuntaria, obviamente- es una de las consecuencias indeseables, pero también inevitables, del cierre de escuelas obligado por las circunstancias. Aunque se ha hecho un esfuerzo para suplir la modalidad presencial, la tradicional en la educación, muchos estudiantes carecen de las herramientas tecnológicas -desde computadoras hasta señales de internet y aun de televisión- necesarias para adaptarse a la famosa “nueva normalidad”. Muchos no consiguieron adaptarse a la falta de la experiencia educativa en el aula, y vieron afectado su rendimiento escolar. Muchos más han acusado en sus familias el coletazo económico de la pandemia. Muchos tendrán serias dificultades o de plano se verán imposibilitados de asumir los costos inherentes a la educación (cuotas, transporte, uniformes, útiles escolares...). Además de todos esos perjuicios imputables a la pandemia, la necesidad de contribuir con su esfuerzo a la economía familiar obligará a muchos estudiantes a abandonar las aulas.

-III-

Históricamente la deserción escolar ha sido, en efecto, una de las secuelas económicas que los fenómenos naturales -incluidas epidemias como la actual- suelen traer aparejadas... Si en México ya era lamentable que muchos jóvenes que llegan a la cima de la pirámide de la preparación para la vida que supuestamente es la educación, no encontraran en el mercado laboral un lugar propicio para desarrollar las habilidades supuestamente adquiridas en las aulas -los taqueros o taxistas... con título universitario-, ahora habrá que sumar el problema de los muchos más que dejarán trunco ese proceso.
 

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