La teoría señala que se vota, en las democracias, con la cabeza. La práctica enseña que una sociedad en que predomina la pobreza, vota con el estómago.Una de las leyendas urbanas que más favorecieron al PRI en los años de la “dictadura perfecta”-Vargas Llosa dixit-, sostenía que si el PRI perdía las elecciones, desaparecerían la educación gratuita y el Seguro Social, y los trabajadores sindicalizados se quedarían sin empleo. La especie alentaba “el voto del miedo”. La práctica inspiró el soberbio epigrama con que Tomás Perrín, en tres líneas, retrató de cuerpo entero a la democracia mexicana de su tiempo: “Panorama, caserito; / taco aleve y buen pulquito; / cito plebe… y plebiscito”.-II-Cambian los tiempos, cambian los gobiernos… pero no queda claro en qué medida cambian los métodos. Referencia obligada sería, al respecto, el trabajo de María Amparo Casar, en el número de “Nexos” de este mes, intitulado “El gran benefactor”. Alude, por supuesto, al generoso personaje -Santa Claus redivivo- que, desde Palacio Nacional, ha destinado cuantiosos recursos de dinero del pueblo, que él puede manejar discrecionalmente, a “programas”; como si se tratara de convocar multitudes de menesterosos en el Zócalo, y hacerlos felices quebrando piñatas de las que cayeran, en vez de caramelos, monedas de diez pesos.Se trata de los 191 mil millones de pesos presupuestados para 2019, en siete programas de “asistencia social”, en beneficio directo de 23 millones de personas. El programa “Pensión para el bienestar de las Personas Adultas Mayores” repartirá cien mil millones de pesos, a razón de dos mil 500 pesos bimestrales, entre casi diez millones de personas mayores de 68 años. En “Jóvenes Construyendo el Futuro”, 40 mil millones de pesos se distribuirán, a razón de tres mil 600 pesos mensuales, entre 2.3 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan; 300 mil estudiantes de nivel superior, de escasos recursos, recibirán dos mil 400 pesos mensuales. Otros cinco millones de estudiantes percibirán “becas” de 800 pesos mensuales. Siete millones de personas con discapacidad permanente y un millón de pequeños negocios están incluidos en la extensa lista de beneficiarios de esos programas.-III-El trabajo de María Amparo Casar señala que “el asistencialismo (…) nunca ha sacado a un país de la pobreza”. Tampoco resuelve las injusticias causadas por una política que desatiende soluciones estructurales como educación y producción. Sí, en cambio, genera “clientelas”…Propicia, en conclusión, que mucha gente vote… con el estómago.