Miércoles, 24 de Abril 2024

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- “¿Civilidad…?”

Por: Jaime García Elías

- “¿Civilidad…?”

- “¿Civilidad…?”

Es difícil establecer, a ciencia cierta, en qué consiste, qué compromisos implica, hacia dónde se orienta, y, sobre todo, si cabe esperar que tenga alguna utilidad práctica el pomposo “Pacto de Civilidad” que suscribieron ayer los dirigentes de seis de los ocho partidos políticos que participarán en las elecciones del próximo primero de julio en Jalisco.

-II-

Las dudas empiezan desde el vocablo mismo: “civilidad”. La Real Academia no tiene una definición propiamente dicha para él. Lo identifica con “sociabilidad” (que tiende a vivir en sociedad) y “urbanidad” (buena educación, cortesía). El concepto, pues, es muy vago.

Testigo de honor en el acto, el gobernador, Aristóteles Sandoval, dio algunas pistas sobre los propósitos del dichoso “pacto”, al invitar a los firmantes a no caer “en la tentación de los excesos para perjudicar a un rival que es de un color diferente; es sólo un adversario político y no un enemigo”, sentenció. Tildó de “inadmisible” que el éxito de las campañas se funde “en el ataque cobarde que ofrece el anonimato”.

Lamentablemente, su aseveración de que “nadie gana con la mentira”, ya fue desmentida por los hechos alguna vez que una elección estatal se decidió a favor del partido que acertó a manejar con perversidad diabólica una campaña de calumnias contra el candidato que las encuestas marcaban como favorito unas semanas antes de los comicios.

-III-

Bien. Al margen de las vaguedades del susodicho “pacto”, es probable que el ciudadano común quisiera ver en las actitudes de los partidos políticos y de los candidatos que participarán en las próximas elecciones, ciertas conductas diferentes a las habituales en esos trances. Por ejemplo, que hubiera auténtica austeridad en ellas; que se evitaran tanto el dispendio en el alquiler de “espectaculares” e invasión de bardas, como la espantosa, ofensiva contaminación visual de las sonrisas fingidas y las frases huecas. Que hubiera verdaderas propuestas, trazadas a partir de un diagnóstico realista de las necesidades sociales más apremiantes y de la genuina capacidad de los gobernantes para aportar soluciones viables. Que hubiera un auténtico compromiso con los ciudadanos, que contemplara la auténtica posibilidad de demandar el incumplimiento de tales compromisos y que sancionara a los mendaces con la destitución vergonzosa de sus cargos…

Por lo demás, si los dirigentes de dos partidos se abstuvieron de firmar el pacto, aduciendo que se trata de “una simulación”, es muy probable —por indeseable que sea— que el tiempo termine por darles la razón.
 

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