Miércoles, 08 de Mayo 2024
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- Baños de pureza

Por: Jaime García Elías

- Baños de pureza

- Baños de pureza

A contrapelo de la conseja según la cual “Alabanza en boca propia es vituperio”, el autoproclamado abanderado de la dizque “Cuarta Transformación” tuvo a bien incluir en la agenda de la “mañanera” de ayer un gratificante baño de pureza: “Puedo decir, sin temor a equivocarme -proclamó-, que no hay corrupción; que no se tolera la corrupción en el Gobierno (…). Es pañuelito blanco…”.

Vale recordar que él mismo, al asumir el cargo que actualmente desempeña, expresó, ante el Congreso de la Unión, que “Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo. Esa es la causa principal de la desigualdad económica y social, y también de la inseguridad y de la violencia que padecemos”.


-II-


José Juan Sánchez González define la corrupción como “El uso ilegítimo del poder público, así como todo uso ilegal o no ético de la actividad gubernamental para beneficio personal o político”. Puntualiza que “existe una amplia gama de formas que adquiere la corrupción”, y señala sus manifestaciones más usuales: abuso de poder, tráfico de influencias, compadrazgo, amiguismo, soborno, cohecho, mal uso de los conocimientos, fraude, aceptación de obsequios a cambio de favores, etc.

En “La Corrupción Administrativa en México”, José Luis Estrada Rodríguez hace historia: “Con la consolidación del partido dominante (el PNR en 1929, el PRM en 1938, y el PRI en 1946), se estableció un esquema de control y prebendas para todos. Este modelo se rompió con la alternancia en 2000, que suponía un cambio que no llegó”. La corrupción continuó. Las medidas para atacarla no han pasado del discurso: desde “la renovación moral de la sociedad” -bandera de campaña de Miguel de la Madrid- hasta las farisaicas declaraciones de quien pregona que “no somos iguales”.


-III-


Según la ONG “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad”, en el primer año de la actual administración, “70% de las personas consideraban que el combate a la corrupción emprendido por el gobierno de López Obrador iba bien o muy bien; para 2020, esta proporción disminuyó a 43%; (el discurso, goleado por la realidad).  (…). Las personas que consideraron que los actos de corrupción continuaban, se elevó de 86 a 90%”.

Pero, sobre todo, si los síntomas -“la desigualdad económica y social, la inseguridad y la violencia que padecemos”, denunciados por él mismo- persisten, señal de que la enfermedad persiste… dígase en contra todo lo que se quiera.

jagelias@gmail.com

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