Viernes, 26 de Abril 2024

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- ¿A quién irle...?

Por: Jaime García Elías

- ¿A quién irle...?

- ¿A quién irle...?

Cualquiera diría que se trata de un ejercicio ocioso… ¿Una encuesta sobre las preferencias electorales de los ciudadanos, ahora…? ¿A finales del año…? ¿En plenas pre-posadas…? ¿A un año de haber tomado posesión los gobernantes elegidos en julio del año pasado, cuando aún no hay elementos de juicio suficientes para valorar su desempeño…? ¿En pleno período de hibernación de los partidos tradicionales, cuando ni sus “cuadros” dirigentes ni sus “bases” militantes dan señales de vida…? ¿A 18 meses de distancia de elecciones “intermedias” que ni remotamente calientan el cotarro como las “federales” que milagrosamente hacen renacer las esperanzas de que -ahora sí- vengan tiempos mejores al designarse democráticamente al todopoderoso, al hacedor de milagros -según los lemas y discursos de campaña- que ejercerá durante seis años como Presidente de la República…?

-II-

Pues sí. “El Financiero” publicó ayer los resultados de una encuesta, que parecen mostrar alguna luz al final de un túnel que se adivina -y se sabe- bastante largo. Por ejemplo, que Morena, el partido del Presidente López Obrador, redujo (del 46 al 36%) los niveles de apoyo que tuvo en julio de 2018, cuando se erigió en la alternativa para un gran porcentaje de votantes decepcionados por los partidos tradicionales, especialmente después de las primeras reales alternancias (PRI-PAN-PRI) de la moderna historia de México. Que el PRI tendría 9% y el PAN 12% de la intención de voto: cifras que se antojan irrisorias para “la invencible aplanadora” y pobres para “la oposición por antonomasia” de tiempos, bien visto, muy recientes. Que el apoyo hacia “otros partidos” (“la chiquitera”) se queda en el insignificante 2%. Que la única fracción creciente del potencial electorado, en fin, es la correspondiente a los ciudadanos que no sabrían por quién votar… o, de plano, no votarían por ningún partido.

-III-

Los procesos electorales, por intensos que resulten, fastidian y desgastan a los ciudadanos. Así, es comprensible el desdén mayoritario, en este momento, por esos temas. Además, faltaría un componente muy importante: la designación de candidatos -caras y nombres pesan- a los cargos que serán votados.

En todo caso, si aún los ciudadanos que tratan de ser analíticos con respecto a los gobernantes no dan color, el fenómeno obedece, probablemente, a que quienes representan a los partidos de oposición en la escena pública, no han sabido ser, en la medida deseable, la oposición “crítica pero constructiva” que todos prometen ser… después de sus derrotas en las urnas.

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