Viernes, 29 de Marzo 2024

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- ...A Guatepeor

Por: Jaime García Elías

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¿Y si se repite la historia...? ¿Y si en la consulta sobre la eventual revocación de mandato, programada para marzo del año próximo, el abstencionismo es, otra vez, la tónica...? ¿Y si en ese caso, como sucedió en la consulta “popular” del domingo pasado, tampoco se alcanza el porcentaje de participación ciudadana, necesario para hacer vinculante -es decir, de cumplimiento forzoso- el resultado...?

-II

Si se tratara de una encuesta en que los ciudadanos asignaran al ejercicio del actual Presidente una calificación aprobatoria o reprobatoria, seguramente las opiniones estarían divididas. Una encuesta, sin embargo, aunque pretende reflejarlo con fidelidad, solo recoge una muestra hipotéticamente representativa del universo de posibles participantes. Un plebiscito, un referéndum o una consulta popular -propiamente dicha, no una mascarada como la del otro día-, en cambio, permiten la participación de todos los ciudadanos interesados en el tema.

Independientemente de la perversa interpretación de que la consulta reciente fue un fiasco, como lo fue, desde cualquier perspectiva, supuestamente porque los encargados de realizarla unieron sus afanes, dolosamente, para sabotearla, en el caso de la orientada a la eventual revocación de mandato, tanto las previsibles abstenciones como las boletas deliberadamente anuladas podrían llevar, en un porcentaje significativo de los casos, un mensaje: ni la aprobación o reprobación del desempeño del Presidente, sino la reprobación del ejercicio mismo.

-III-

Si la consulta fuera consecuencia de una inquietud ciudadana, del sentimiento de que el desempeño del gobernante ha sido más negativo que positivo, y de que lo mejor para el pueblo sería la renuncia del gobernante -cambiar de caballo a la mitad del río, como quien dice-, sería pertinente realizar dicha consulta para que la mayoría decidiera; para que se hiciera efectivo lo que el mismo gobernante dijo: “El pueblo da y el pueblo quita”.

Convocada por el gobernante, en cambio, además de que tiene toda la traza de ser un ejercicio narcisista, la consulta implica asumir las consecuencias del resultado: o aceptar que el estado de cosas vigente en el momento de realizarla persista hasta el final del sexenio, si la mayoría se pronuncia por la continuidad..., o correr el riesgo de que un interinato (o su equivalente) anticipe las pugnas inherentes a la elección del sucesor, y deje al país en una situación de indefinición o inestabilidad, si la mayoría se inclina por la revocación.

Ese es el riesgo, pues: saltar de la sartén al fuego..., o “salir de Guatemala, para pasar a Guatepeor”.

jagelias@gmail.com
 

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