El amor verdadero es libre, sano y edificante. Sin embargo, en muchas relaciones —ya sean románticas, familiares o incluso de amistad— solemos confundir ciertas emociones intensas o comportamientos tóxicos con expresiones de amor. Aquí algunas señales de alerta que debemos reconocer:Si la presencia de una persona o la relación con ella genera ansiedad, miedo o una necesidad permanente de “hacer lo correcto” para no perderla, eso no es amor. El amor da paz, no tensión. Sentirse constantemente nervioso o en estado de alerta no es una señal de conexión profunda, sino de inseguridad emocional.Los celos excesivos no son prueba de amor, sino de control o inseguridad. A veces se romantiza el “no puedo verte con nadie más” como si fuera una muestra de deseo intenso, cuando en realidad puede esconder miedo, posesión y falta de confianza.Necesitar a alguien para sentirse completo o funcional puede parecer romántico, pero no lo es. El amor sano no nace de la carencia, sino de la abundancia interior. Dos personas completas eligen caminar juntas, no porque se necesiten para existir, sino porque se potencian mutuamente.Cuando buscamos que el otro confirme nuestro valor, belleza o importancia todo el tiempo, no estamos amando: estamos pidiendo ser salvados. El amor auténtico no se convierte en una búsqueda desesperada de aprobación. En cambio, se basa en la aceptación mutua y el respeto por la individualidad.Muchas veces aceptamos dinámicas dañinas porque creemos que así se siente el amor intenso. Pero el amor real no duele todo el tiempo, no te hace dudar de ti mismo, no te encierra. Amar con madurez implica libertad, confianza, respeto y cuidado mutuo.Recordemos que el amor comienza por uno mismo. Cuando aprendemos a identificar lo que no es amor, también aprendemos a construir relaciones más sanas, conscientes y verdaderas. MR