El aguacate, ese fruto de textura cremosa y sabor suave que ha conquistado platos de todo el mundo, es considerado un superalimento por sus beneficios para la salud. Sin embargo, detrás de su popularidad se esconde una realidad mucho más compleja y preocupante. Desde su impacto ambiental hasta sus implicaciones sociales, el consumo masivo de aguacate está dejando una huella difícil de ignorar.El cultivo de aguacate requiere grandes cantidades de agua. Para producir un solo kilo se necesitan entre mil y 2 mil litros, una cifra alarmante considerando que muchas de las regiones productoras, como México, Chile y Perú, enfrentan escasez hídrica. En Chile, por ejemplo, comunidades enteras han visto cómo sus ríos y fuentes de agua desaparecen, mientras los aguacateros prosperan.Además, la creciente demanda ha impulsado la deforestación de bosques, sobre todo en áreas como Michoacán (México), donde se han talado grandes extensiones de selva para convertirlas en plantaciones ilegales de aguacate. Esto ha afectado gravemente la biodiversidad y ha alterado ecosistemas enteros.En regiones como México, el negocio del aguacate está fuertemente vinculado al crimen organizado. Grupos delictivos han visto en este cultivo una fuente millonaria de ingresos, exigiendo extorsiones a productores, controlando rutas de distribución e incluso cometiendo actos de violencia para dominar el mercado. Esta situación ha llevado a que se le conozca como el "aguacate de sangre", similar al término usado para los diamantes provenientes de zonas en conflicto.A pesar de las millonarias ganancias que genera el comercio de aguacate, los trabajadores en las plantaciones muchas veces enfrentan condiciones laborales muy precarias, con bajos salarios, largas jornadas y escasa protección legal. En algunos casos se ha documentado trabajo infantil y violaciones de derechos laborales.El transporte del aguacate desde los países productores hasta los principales mercados consumidores (como Estados Unidos, Europa o Asia) implica una gran huella de carbono, debido al uso de aviones, camiones refrigerados y embalajes de plástico. Aunque el aguacate es saludable para quien lo consume, su costo ecológico es alto para el planeta.El aguacate no es el enemigo, pero su producción y consumo desmedido sí pueden tener consecuencias devastadoras. En un mundo cada vez más conectado y consciente, es urgente repensar nuestras elecciones alimenticias y buscar un equilibrio entre lo saludable, lo ético y lo sostenible.BB