A un año de la contingencia, la incertidumbre ha sido lo más difícil para los restaurantes debido a que implementaron medidas para sortear la crisis solo para un par de meses. Al extenderse el tiempo, se quedaron sin liquidez y con deudas.A lo largo de los meses, los restauranteros tomaron medidas como reestructurar los sueldos, dialogar con arrendatarios y no dejar de pagar las cuotas al IMSS; sin embargo, con el tiempo esto, sumado a una falta de políticas públicas de apoyo, llevó a que los negocios se endeudaran con los arrendadores y créditos para mantener a flote la empresa.“Nos llevó a usar recursos de una forma que no era eficiente… a tomar decisiones sin certidumbre”, dice en entrevista Giulliano Lopresti, propietario del restaurante Quebracho.Comenta que los empresarios recurrieron a poner como aval una propiedad en garantía a fin de no perder el local y al no poder pagar, se podrá perder el lugar donde viven. “Ya empezamos a escuchar de restauranteros que los metieron a buró de crédito por no pagar”.A inicios del año, la Cámara Nacional de la Industria Restaurantes y Alimentos Condimentados anunció que 15% de los restaurantes en el país, 90 mil unidades, han bajado sus cortinas definitivamente, pero la cifra podría llegar al 20 por ciento.Previo a la pandemia, existían más de 600 mil restaurantes a nivel nacional que empleaban a dos millones de personas de forma directa y 3.5 millones de manera indirecta. La industria restaurantera no aguantaría un tercer cierre, puede ser catastrófico para hasta 40% de los negocios.Para la reapertura en terrazas y estacionamientos, derivado de iniciativa #AbrirOMorir, los negocios invirtieron en material para dividir las mesas y separarlas de los autos, pero “estábamos tan mal que con la ilusión de abrir, hicimos lo que pudimos todos”. Ahora, los restaurantes están entre el 30 y 60% de sus ventas, monto que no es suficiente para solventar los gastos fijos.Giulliano precisa que los empresarios “están de rodillas y asfixiados” porque si no logran pagar la nómina, se congelan sus cuentas del banco, dejándolos sin posibilidad de acceder a recursos. Además el pago de nómina e impuestos al SAT se consume los ingresos.Otro problema ha sido con la CFE, porque a pesar de que los locales estuvieron cerrados, el monto del recibo es similar al consumo previo a la pandemia.Giulliano detalla que en el Gobierno de la Ciudad de México hay buena voluntad, pero el apoyo ofrecido de 2 mil 200 pesos a los trabajadores del sector y la condonación del pago de impuestos sobre nómina, no son suficientes. Este último representa un gasto mínimo.“Llegamos a un año de la pandemia de rodillas, con deudas muy grandes; hasta cuatro meses de ventas en deudas, sobre todo con empleados endeudados porque deben renta y servicios en la casa”.El empresario considera que se requiere poner las reglas claras y establecer cuáles son las fronteras y los límites para los restaurantes en la nueva normalidad, esto con el fin de evitar los abusos que están teniendo una pequeña minoría de restaurantes.Precisa que a la industria le ayudaría si el IMSS deja de congelar cuentas y si el gobierno ofrece financiamientos a plazos con bajas tasas de interés.