En medio de la transición y el cambio de estafeta, Marisol Schulz, directora de la FIL, compartió no solo cifras y resultados, sino el peso humano y emocional de un proyecto de años. “Yo estoy muy contenta. Estoy muy satisfecha porque la feria se puede medir de muchas maneras”, dice Schulz en entrevista con EL INFORMADOR. “Puedes medir la numeraria, puedes medir el éxito económico, el éxito visible en ventas. Pero hay otra parte que es quizá menos visible -aunque en realidad sí lo es, solo que se habla menos de ella-, una parte menos tangible: la satisfacción de la gente”.“El cómo la gente sonríe, agradece, felicita. Ver a los niños felices, ver a familias enteras muy felices… Entonces, cuando ves todo eso, te das cuenta de que tiene sentido lo que estamos haciendo. Yo creo que un porcentaje muy alto de la gente se va muy feliz”, apunta.Este énfasis en la experiencia humana coincide con el espíritu que caracterizó la presencia de Barcelona: una propuesta pensada para dialogar con el público desde múltiples disciplinas -literatura, cine, música, ciencia, artes visuales- y que encontró en los lectores tapatíos a un interlocutor entusiasta. La feria, que rozó el millón de asistentes, funcionó como una plaza cultural donde el intercambio entre México y Cataluña se volvió cotidiano: libros catalanes buscados con avidez, salas llenas en los encuentros con autores, exposiciones abarrotadas desde el primer día y una constante sensación de celebración compartida. La directora también habló sobre el reconocimiento que recibirá por parte de Barcelona en 2026.“Es un enorme honor. Yo soy muy cercana a Barcelona desde toda la vida. Es una ciudad que tengo muy cercana también en mi educación sentimental, en mi educación profesional y, por supuesto, en mi educación intelectual. He leído mucho de Cataluña, he leído mucho de poetas catalanes, me gusta mucho. En la época en que yo era más joven, estuve muy cercana al movimiento de la Nova Cançó catalana. Entonces, entiendo el catalán perfectamente. No lo hablo, pero lo entiendo. Por todo eso, para mí Barcelona y Cataluña son una parte importante de mi vida”.El anuncio de que Barcelona le otorgará su Medalla de Oro al Mérito Cultural no solo fue un gesto simbólico, sino un acto que resuena en la historia reciente de la FIL.Schulz ha sido un puente constante entre Europa y América Latina, y su relación con Cataluña -cultural, afectiva y profesional- se ha tejido durante décadas. Pero más allá del entusiasmo, la directora no pierde la perspectiva crítica cuando se plantea si esta masiva participación refleja un país lector: “México no es un país de lectores. Vamos a ser muy claros: esto es muy relativo. Esto ocurre nueve días al año en una de las 32 Entidades federativas. Aquí no estamos hablando de México. Si hablamos de Jalisco, quizás la cosa sea diferente. Aquí la gente que viene seguramente incluye muchos más lectores que en otras poblaciones del país. Pero esto no se extiende a toda la República Mexicana, es imposible, ni por tiempo ni por territorio. Entonces, yo espero que el modelo de la FIL se replique mucho.”Su respuesta, lejos de ser pesimista, plantea con claridad el reto cultural: la FIL es un oasis que ilumina un diagnóstico complejo. Si Jalisco tiene una tradición lectora sólida, ello convive con un país donde los hábitos lectores no alcanzan aún niveles sostenibles. Para Schulz, la feria funciona como una prueba de que los libros sí convocan, sí emocionan, sí transforman, pero también como el recordatorio de que esos nueve días no bastan para definir un país. Al referirse al legado que deja Barcelona y lo que espera para el ecosistema cultural mexicano, Schulz fue clara: “Yo espero que se quede, por supuesto, toda la impronta que deja Barcelona en cuanto a la vanguardia: la vanguardia catalana. El cómo nos trae lo mejor de sí misma, y que son muchas voces, voces muy diversas, muy disímiles, de muchos géneros. La verdad, es impactante ver que tuvimos desde poetas hasta músicos, y que eso refleja una gran diversidad. Nos trae una ciudad muy cosmopolita y, al final, una ciudad que tiene muchos puentes literarios y culturales con México.”Esa “impronta”, como ella la llama, se traduce en un diálogo continuo que no terminará con la clausura. La donación de miles de libros en catalán para la Biblioteca Pública del Estado, la colaboración editorial, las redes tejidas entre autores jóvenes de ambos territorios y la expansión del público lector hacia voces catalanas son apenas algunos de los efectos inmediatos de este intercambio. Respecto a Italia 2026, Schulz también compartió su entusiasmo. “A mí me emocionan todos los invitados de honor, pero ahí viene otra parte. Uno también emana la cultura italiana; uno abreva de la cultura italiana en muchos sentidos. Va mucho más allá de lo gastronómico. Está la literatura, por un lado; el cine, por otro”.“Creo que siempre un invitado de honor te trae grandes sorpresas. Nos va a traer voces que uno no conoce, autores que uno no conoce, quizá tendencias también, porque las ferias también se pueden medir por tendencias. Y con Italia vamos a ver cuál es”, finalizó. CT