Miércoles, 24 de Abril 2024

Un detective de la realidad nacional

Tomar la cotidianeidad como herramienta para contar historias —por muy crudas que sean— es una labor que ha trabajado el escritor a lo largo de su trayectoria

Por: Kike Esparza

Un detective de la realidad nacional

Un detective de la realidad nacional

El periodismo ha sido para Diego Enrique Osorno la manera de contar la violencia que sucede en México sin filtros, pero sí con historias cotidianas que sacuden las entrañas de quienes leen sus artículos. El crimen organizado, la desaparición forzada y otros tópicos tan delicados, son en los que se ha adentrado a través de su oficio de reportero, de darle voz a quienes no la tienen. Y precisamente esta vena de detective que tiene lo llevó también al cine a contar historias, como la que está por estrenarse: “Vaquero del mediodía”.

El documental llega a la cartelera nacional el próximo 20 de marzo y es sobre la vida, obra y desaparición del poeta Samuel Noyola, discípulo de Octavio Paz, quien de alma libre, hizo lo que quiso con su vida hasta llegar a los límites de la marginalidad, un alcohólico cuya casa eran las calles, que incluso trabajó de franelero mientras acudía a su homenaje en Bellas Artes, un poeta que escribió tres libros, el más recordado es “Tequila con calavera” y que desde el 2006 comenzó a dejar pocas pistas de su paradero, al día de hoy la carpeta de búsqueda sigue abierta.

“La desaparición de Samuel no es necesariamente forzada como muchas de las que por desgracia han ocurrido en este país, pero tampoco se puede descartar porque sí cabe esa posibilidad, el espectro es más amplio y por supuesto que yo tenía eso en mente, porque cuando estaba buscándolo, recurrí a familiares de desaparecidos que yo había acompañado, para pedirles ayuda, para pedirles consejos de cómo actuar, puse una denuncia en la procuraduría, el hermano de él llevó ADN para que también incluso pudiéramos hacer una búsqueda en fosas clandestinas y demás”.

Reflexiona Diego Enrique que lo que que da de manifiesto en este trabajo documental es que el Estado mexicano es incapaz de atender esta problemática de desapariciones, “que no tiene todavía los mecanismos y los instrumentos para poder encontrar a las personas que desaparecen, pero creo que eso ya lo sabemos, lo que yo descubrí o que no lo tenía tan claro, es que dentro de esa maquinaria indiferente e indolente, hay ciertos funcionarios que sí tienen un sentido humano a la hora de hacer su trabajo y lo traté de demostrar, si veía yo que estaban dedicados, que no dormían por estar tratando de ayudar a encontrar personas desaparecidas”.

Se sigue sorprendiendo de la realidad

Con 23 años de reportero, enterándose de hechos escabrosos, dolorosos y difíciles, Diego Enrique comparte que la realidad lo sigue sorprendiendo, por ejemplo, sobre el contexto social actual, admira el movimiento que las mujeres están desarrollando para detener los feminicidios. “Yo no pude ir a la marcha del domingo porque desgraciadamente no soy mujer, pero me fui al Zócalo a una terraza porque quería presenciar ese momento histórico donde las mujeres de mi país lograban hacer una marcha de ese tamaño y el lunes 9 de marzo atestigüe el vacío que generó su huelga. Yo con 23 años de trabajar como reportero, me han tocado muchos emplazamientos a huelgas de mineros, de obreros, de los zapatistas, de muchos movimientos sociales y nunca me imaginé que quienes iban a lograr esa huelga nacional, finalmente iban a ser las mujeres con una revolución además muy creativa. Entonces, cómo no seguirte sorprendiendo, quién puede decir que este país está aburrido y que ya está todo escrito”.

Diego Enrique refiere que México es una fuente inagotable de realidad que un periodista “mínimamente serio” debe atender y que nunca va a alcanzar a captar del todo. Sin embargo, de manera personal, todos estos problemas sociales de los que él es testigo y que sigue contando en sus historias, precisamente con este momento que vive y con el proyecto terminado de esta película, dice sentirse más fuerte.

“Me siento más reparado y siento que la poesía es como un arma para enfrentar esa barbarie, siento que la gente que vaya a ver la película, no es que ignore la realidad que tenemos, sino que la va a asimilar y al mismo tiempo saldrá de la sala para querer cambiarla. Me interesa hacer historias que denuncien las cosas, pero que también ayuden a movilizar a la gente, porque a veces la denuncia tumba al espectador o al lector, lo inmoviliza, el dolor es tanto que no sabe qué hacer, y para mí esta película te genera esa conciencia y te motiva a revalorar el arte y la utopía, que es algo que para mí es fundamental”.

La vocación

Recuerda que en sus inicios como reportero, precisamente el conocer a Samuel Noyola, le dio un panorama de cuál sería uno de sus oficios en esta vida, porque ahora también es escritor, cineasta y detective. “A mí me gusta escribir porque soy lector, comencé a leer desde muy joven, pero yo me sentía poeta, empecé a escribir en los periódicos para sobrevivir, porque era la chamba y si no puedes vivir de poeta, pues de periodista más o menos, aunque tampoco mucho. Y en ese proceso conozco a Samuel, lo leo a él y me doy cuenta que no tengo esa inspiración para ser poeta.

Entonces, digamos que el periodismo se vuelve el refugio de un poeta fracasado como yo y finalmente en el proceso, el periodismo se ha vuelto el oficio en el que yo trato de contar las historias de los marginales y de la gente que está en las esquinas, o por el contrario, trato de analizar a los que tienen los privilegios y poner la cámara lo más cerca posible para que los veamos, sepamos que son reales y podamos escudriñarlos”.

Finalmente, Osorno analiza su evolución en el cine con respecto a “Vaquero del mediodía” y los otros proyectos que salieron antes. “Vuelvo a usar la entrevista, que me gusta mucho, solo que a diferencia de ‘El alcalde’ o ‘1994’, la entrevista es un poco más relajada, más onírica, uso el archivo también, aunque éste es más personal, del personaje, pero también el histórico de Ernesto Zedillo y de Octavio Paz; para mí la música original es importante. Sí estoy aquí volcando cierto aprendizaje de las otras películas”. Y es que aunque la que comenzó a desarrollar primero fue “Vaquero del mediodía” —hace 11 años—, las otras que hizo después salieron antes, por lo que le dieron una perspectiva distinta para redondear este filme que considera de alguna manera como su ópera prima, aunque no lo sea.

Tapatío

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