El mundo cambió con la crisis sanitaria actual que se vive por el coronavirus; ha estado en constante prueba y error buscando alternativas que puedan mitigar los problemas de salud y económicos que siguen golpeando a todos los países.El doctor José Ramón Calvo, presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores, se dio a la tarea de coordinar el libro “La gran pausa, gramática de una pandemia”, editado por Malpaso, funciona a manera de ensayo polifónico sobre las distintas caras del COVID-19.El texto incluye las reflexiones de 13 intelectuales que ofrecen una visión global del fenómeno del coronavirus. Entre ellos, el economista José María Gay de Liébana; el Premio Nobel de la Paz, Ernesto Kahan; la ex jefa de estado, Rosalía Arteaga, el epidemiólogo Manuel Carballo y la constitucionalista, Teresa Freixes, entre otros, todos ellos miembros o colaboradores de la Real Academia Europea de Doctores.“Este es un libro que en principio está pensado para que pueda ser leído cinco años después de la pandemia, es decir, no tiene un horizonte temporal, se huyó de poner cifras y datos que evidentemente habrían quedado obsoletos”, cuenta en entrevista José Ramón.“El libro se acabó de escribir en el mes de abril, básicamente en tres semanas fue realizado y la idea era un análisis de lo que se estaba haciendo mal, lo que se estaba haciendo bien y lo que se podía mejorar, pensando en el futuro. Y que si volvía a pasar una situación como esta, se pudiera tener algún tipo de aprendizaje en aquello que estábamos haciendo hasta ahora”, recalca.Señala que a estas alturas el fenómeno de la pandemia toma distintas caras de acuerdo a cada país, mientras en unos se han controlado los contagios, en otros se han intensificado. “En España por ejemplo, ha vuelto a existir un rebrote muy potente. Entonces, probablemente algunas cosas que ya dijimos en el libro, se están viendo. Una de las cosas que habíamos aprendido en esa primera fase de la pandemia fue tener ojo con las personas de la tercera edad, quienes son las que deben tener más protección y más cuidados”.Confiesa que la incertidumbre de vivir la pandemia seguirá hasta que no se cuente con una vacuna que sea fiable, segura y que garantice una inmunidad razonablemente duradera.José Ramón, junto con otros especialistas, está promoviendo también que el acceso a internet sea un derecho universal, mediante un manifiesto. En el texto se recalca que a partir de la pandemia, el uso de las herramientas tecnológicas que provee el internet se ha intensificado porque es la vía de comunicación más directa en medio del confinamiento.“A partir del libro un grupo de nosotros lanzó una idea que era publicar un manifiesto para que el internet fuera considerado un bien de uso y derecho universal. Nuestra intención es enviarlo en septiembre a la Asamblea General de Naciones Unidas para que ahí pueda ser recogido como parte de una propuesta de la sociedad civil, en el sentido de que un niño o adolecente necesita estar conectado básicamente para continuar con su formación, que no pierda esa oportunidad porque no tiene los recursos necesario para ello, por lo tanto, pedimos que se articulen los mecanismos necesarios para que los gobiernos tengan al menos una reserva dedica a que eso pueda ser así”, finaliza.JL
