Escrita durante los momentos más aciagos y convulsos de la historia reciente de Estados Unidos, en pleno ascenso de Donald Trump y en la refriega antiinmigrante, “Ahora me rindo y eso es todo” regresa al mercado editorial, después de casi cinco años de pausa, a Álvaro Enrigue, ganador del premio Herralde de Novela, uno de los más codiciados de en lengua española.La obra, cuyo título hace referencia a la rendición del indio Gerónimo, se divide en historias que se entrelazan y se dividen como las fronteras mismas: la vida de Camila, quien ha sido atrapada por apaches y la expedición del coronel Zuluaga por rescatarla y la persecución de Gerónimo: todo bajo la luz del Norte de México.“Es una novela que discute todo el tiempo la idea de frontera y de nación, la idea de que una religión y un idioma generan una nación es una tontería, si algo somos en México es un país de migrantes tanto o más que en Estados Unidos. ‘Ahora me rindo y eso es todo’ es una novela que se mete con los gringos pero también con México”, dice entrevista Enrigue.La novela surge de un comentario hecho por el también escritor José Emilio Pacheco, quien sugirió que la leyenda del indio Gerónimo se cruzaba con la república de las letras, pues, según el premio Reina Sofía de Iberoamérica, el padre de Alfonso Reyes fue participe de su captura.“Es una cosa muy borgiana: fui siguiendo una pista falsa. José Emilio Pacheco me dijo alguna vez que Bernardo Reyes, el papá de Alfonso Reyes había estado en la rendición de Gerónimo. En una presentación Antonio Saborit dijo que José Emilio recomendaba no confiar en la memoria, en este caso no debió confiar en su memoria. A mí me interesó el dato porque Bernardo Reyes es el primer editor de ‘Ariel’, de José Enrique Rodó, que es un libro muy anti gringo. Todo nuestro anti gringuismo en América Latina viene del “Ariel” de Rodó y a mí me parecía fascinante que un personaje que promueve activamente la diferencia entre América Latina y Estados Unidos y que define a los estadounidenses como salvajes, al final le entregará a los gringos al enemigo ancestral como fue Gerónimo. Y pues resultó que no, que Bernardo Reyes nunca peleó la guerra con los apaches”.Sin embargo, el germen quedó en Enrigue. “Pero a partir de ahí leí la autobiografía de Gerónimo, descubrí que él era un ciudadano mexicano que murió en un campo de concentración gringo y murió en un campo militar”.Escritor polifacético, Álvaro Enrigue ha dejado constancia de la solidez de su obra, desde la ya lejana “Muerte de un instalador”, un clásico inconseguible en el mercado editorial, hasta “Decencia” o el libro de ensayos “Valiente clase media”, considera que la escritura es una ecuación que se resuelve con el oficio. Por ello es que incluye en “Ahora me rindo y eso es todo”, un narrador autoficcional, que a ratos es él mismo o personajes reconocibles en su entorno.“Para mí una novela es un problema formal y yo necesitaba un narrador que fuera el portador de un archivo, que va viajando por la frontera México-Estados Unidos con un archivo de la guerra apache y que por tanto va contando historias que el lector necesita saber para entender cabalmente de qué se trata esa novela que comienza con la infancia de Gerónimo y termina con su rendición final”.Ese archivo también es un retrato pintado con palabras del Oeste de Estados Unidos y la frontera desértica de México. Espacio que recorrió a galope de autos durante años. “Estuve escribiendo esta novela durante cinco o seis años y es un western, entonces implica mucho paisaje: ‘Muerte Súbita’ era una novela que se podía escribir con Google Maps, viendo los palacios romanos, esta no, era un libro en la que se tenía que oler el desierto. Hubo viajes de investigación muy largos”.El escritor, migrante mexicano y radicado en Nueva York, menciona que el hecho de vivir en crisol de culturas e idiomas afectó, de alguna manera, su escritura y el abordaje a los personajes que pueblan las páginas. “Escribir desde Nueva York autoriza y desautoriza ciertas cosas que no haría desde México, pero además está la experiencia: el medio ambiente modifica lo que escribes. Citando a José Emilio Pacheco: un escritor nunca escribiría la misma página en lugares distintos. La novela la empecé a escribir después de terminar ‘Muerte súbita’, entonces es un proceso de cinco años, pero los últimos tres, es cuando Trump comenzó la campaña y se hizo presidente”.Finaliza haciendo un elogio de la resiliencia de los pueblos, tanto de aquellos que abandonan casa y familia para buscar un mejor futuro, como de las sociedades que aguantan las políticas públicas que sólo benefician a las élites. “Vivo en una ciudad que se ha definido como una ciudad en contra de Trump, es la única que no puede pisar a pesar de ser su ciudad; Nueva York es una ciudad en resistencia y yo escribí una obra sobre una resistencia extrema”.ESTE CONTENIDO FORMA PARTE DEL SUPLEMENTO "TAPATÍO CULTURAL, CUADERNO DE LECTURA", PULSA AQUÍ PARA LEER MÁS