Internacional

El COVID-19 o las bombas, el dilema de los desplazados internos en Libia

Numerosas familias deciden regresar a sus hogares, a pesar de hallarse en zonas de combate, por miedo a contagiarse del virus

Numerosas familias libias desplazadas por los combates en Trípoli han comenzado a retornar a sus hogares, pese a hallarse en zonas de combate, a causa del miedo a contagiarse con el COVID-19, advirtió hoy el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

"Tenemos miedo al virus y a las bombas. En esta situación preferimos estar en nuestra casa"

En declaraciones a los medios locales, la subdelegada del CICR en la capital libia, María Carolina, aseguró hoy que muchas de esas familias sólo tienen dos opciones: mantenerse hacinadas en escuelas, antiguos hospitales y pequeñas casas con otros familiares, "o arriesgarse a volver a unas casas que están en primera línea de batalla".

Ahmed Hamid, un pequeño comerciante que hubo de abandonar su casa y su tienda en el barrio de Ain Zara hace un año, fecha en la que comenzó el asedio a la capital de las fuerzas bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, tutor del gobierno no reconocido en el este de Libia y hombre fuerte del país, dijo a Efe: "tenemos miedo al virus y a las bombas. En esta situación preferimos estar en nuestra casa".

Varios militares se preparan para ir a la línea de combate en Trípoli. EFE

Similar situación vive una familia iraquí atrapada en un colegio del centro-sur de la capital, que sin posibilidad de regresar a su país, ha preferido retornar a su vivienda, próxima a la ciudad de Gharyan, uno de los epicentros de los combates que envuelven Trípoli desde el 4 de abril de 2019, fecha en la que Hafter inició el asedio con el secretario general de la ONU, Antonio Gutierres, de visita oficial en la capital, en un claro mensaje a la comunidad internacional.

"Que tengan que elegir entre el COVID-19 y las bombas muestra el grado de tragedia al que se enfrenta Libia", insistió el CICR.

Según datos de la Organización Internacional de las Migraciones (IOM), más de 200 mil personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y desplazarse de forma interna desde que se inició el cerco.

MÉDICOS ABRUMADOS

En un comunicado difundido el domingo, Willem de Jonge, jefe de operaciones del CICR para Libia, instó, por su parte, en las duras condiciones en las que trabajan los médicos, que se ven incapaces de luchar contra el COVID-19 ante la gran cantidad de heridos que llegan a los hospitales, víctimas de unos combates que se prolongan desde hace más de dos semanas pese al llamamiento de la ONU a una "tregua humanitaria".

"Que tengan que elegir entre el COVID-19 y las bombas muestra el grado de tragedia al que se enfrenta Libia"

Según fuentes locales, en este tiempo habrían muerto cerca de 300 milicianos y cientos más habrían resultado heridos.

“Hoy en día, algunos profesionales médicos que necesitan capacitación sobre los protocolos de prevención de infecciones con COVID-19 siguen siendo llamados nuevamente al frente para tratar a los heridos. Las clínicas y los hospitales están abrumados atendiendo a heridos de guerra y personas con enfermedades crónicas, por lo que su capacidad para recibir pacientes con COVID-19 es limitada. Necesitan más apoyo y recursos para enfrentar este desafío", afirmó.

En algunas áreas en Trípoli como Abu Salim se ha cuadruplicado la carga de pacientes en los últimos meses, principalmente debido a la afluencia de familias desplazadas, muchas de las cuales viven en centros colectivos.

PRESOS Y MIGRANTES EXPUESTOS

El CICR advirtió, igualmente, de que las cárceles, donde el distanciamiento físico es imposible, y los centros de detención donde se hacinan los migrantes irregulares están igualmente muy expuestos al contagio "ya que muchos tienen acceso limitado a la información, la atención médica o los ingresos".

"El COVID-19 se suma a años de conflicto en el que las familias han visto interrumpidos sus servicios públicos y las oportunidades de trabajo se desvanecen”

Las restricciones como los toques de queda y los cierres de fronteras, aunque son importantes para frenar la propagación de la enfermedad, están creando nuevos desafíos para brindar ayuda humanitaria y mantener abiertas las cadenas de suministro de alimentos, medicamentos y necesidades básicas, agregó el CICR

"Las autoridades deben garantizar que se facilite la entrega de ayuda humanitaria al tiempo que se mantienen medidas preventivas como el distanciamiento físico, o quienes dependan de ella sufrirán enormemente. El COVID-19 se suma a años de conflicto en el que las familias han visto interrumpidos sus servicios públicos y las oportunidades de trabajo se desvanecen”, concluyó De Jonge.

La capital libia afronta desde el fin de semana la fase más severa e inhumana del asedio, privada de agua corriente, gas y electricidad, y con un repunte de los combates.

JM

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