Los trenes que el gobierno debe a los usuarios
Con más de un año de retraso en la terminación de obras y con una deuda pendiente por pagar hasta 2060, el pasado lunes fue inaugurada la Línea 4 del Tren Ligero que correrá del Sur de Guadalajara hacia Tlajomulco, pasando por San Pedro Tlaquepaque. Ya las crónicas sobre la inauguración de este medio de transporte público han enfatizado, justificadamente, las obras pendientes y complementarias (como elevadores, banquetas y puertas en los andenes) para hacer de la Línea 4 una obra funcional, segura y digna para los usuarios.
Aún y con las obras por hacer, es mejor tener una nueva línea de transporte masivo, como el Tren Ligero, que no tenerla, en especial para los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara condenados por la lógica del mercado a vivir en las periferias con servicios públicos deficientes, entre ellos el transporte.
Son varios los pendientes que la clase política profesional le debe a la sociedad jalisciense para aspirar a una vida digna, entre los que destaca un sistema de transporte público suficiente, eficiente, de calidad y digno. Sin un sistema de transporte eficiente, las ciudades modernas no funcionan bien y condenan a sus ciudadanos a gastar altas cuotas de su tiempo en trasladarse para llevar a cabo sus actividades.
La historia de la construcción de las líneas de tren ligero en Guadalajara confirma esta deuda de los gobiernos, de distintos partidos, con los tapatíos. La Línea 1 se inauguró en septiembre de 1989 con 5.3 kilómetros de longitud y siete estaciones. Esta obra se construyó con recursos estatales. Pasaron casi cinco años para que la Línea 2 se inaugurara, hacia el Oriente de la ciudad, el 4 de julio de 1994, con 8.7 kilómetros de extensión y 10 estaciones subterráneas. Para pagar la inversión en esta obra, el gobierno del estado de Guillermo Cosío Vidaurri contrató créditos bancarios; es decir, se construyó mediante deuda pública.
Parecía que cada administración estatal podría comprometerse a invertir en nuevas líneas de tren ligero, pero la Línea 3 se inauguró hasta septiembre de 2020, con 21.5 kilómetros y 18 estaciones. Es decir, pasaron 26 años para que se inaugurara una nueva línea. Ninguno de los gobernadores emanados de Acción Nacional (Alberto Cárdenas Jiménez, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez) tomó la decisión de ampliar la red de trenes en la Zona Metropolitana de Guadalajara. En lugar de ello, Emilio González apostó por los sistemas de transporte articulado y así llegó el Macrobús por la calzada Independencia.
Ahora, el pasado lunes se puso en operación la Línea 4, que tiene 21 kilómetros de extensión y ocho estaciones. Esta línea llega cinco años después de la Línea 3. Pero la obra llega con sobreprecio y con una carga de deuda que se pagará hasta el año 2060.
Según el contrato original, la obra costaría 9 mil 725 millones de pesos, aportados por la Federación (dos mil mdd), el gobierno del estado (2 mil 100 mdp) y 5 mil 625 mdp por el consorcio constructor. La obra terminará costando casi el doble, además de que cada año el Gobierno de Jalisco pagará 600 millones de pesos al consorcio constructor durante 36 años para terminar pagando 21 mil mdd.
Los 26 años que pasaron (entre la L2 y la L3) sin inaugurar una nueva línea de tren eléctrico dan cuenta de la incapacidad e indolencia de la clase gobernante para atender los problemas más importantes y para invertir los recursos públicos aportados por la sociedad en los temas prioritarios. A pesar del discurso de falta de recursos, en el periodo de las administraciones panistas llegaron cada año recursos federales adicionales vía fondos de excedentes del petróleo que durante los primeros años de este siglo tuvieron tendencia ascendente, así que cada año llegaban entre cinco mil y hasta diez mil millones de pesos adicionales al presupuesto aprobado, lo que habría dado recursos suficientes para planear y pagar una nueva línea de tren sin necesidad de endeudarse, como se hizo en la construcción de las Líneas 2 y 4.
Con la Línea 4, ahora la red de trenes eléctricos se extiende por 56.5 kilómetros de la Zona Metropolitana de Guadalajara, muy lejos de las 12 líneas que tiene el Metro de la Ciudad de México, con una red de 226.49 kilómetros, cuatro veces más de los que hay en la capital de Jalisco. La clase gobernante le debe todavía a los usuarios del transporte público en Guadalajara un sistema de transporte público amplio y eficiente a fin de propiciar una vida digna a sus habitantes.