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Desafíos del G-20

El próximo 22 y 23 de noviembre se llevará a cabo la Cumbre del G-20 en Johannesburgo, Sudáfrica. Con la intención de discutir temas sobre solidaridad, igualdad y sustentabilidad, la reunión de los grandes países desarrollados y potencias emergentes inicia con algunas controversias no menores. Tanto el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como el premier chino, Xi Jinping, así como el líder ruso, Vladimir Putin han anunciado, por separado y por sus propias razones, que no asistirán a la Cumbre.

Estos anuncios indudablemente limitan y debilitan el impacto de la reunión. En el caso de Trump la razón para no acudir tiene que ver con causas de orden doméstico. Los grupos de la derecha más radical lo han convencido de que el Gobierno sudafricano está cometiendo un genocidio contra la minoría blanca de su país. Así se lo hizo saber Trump al líder sudafricano, Cyril Ramaphosa, en la Casa Blanca, en mayo pasado.

Al parecer, la pugna por este asunto persiste. Recientemente, Xi Jinping declaró que él tampoco asistirá a la magna reunión del grupo más importante de la política mundial, que reúne a las 19 naciones más influyentes del globo más la Unión Europea y la Unión Africana.

Antes, el presidente Putin había dicho que no estaría presente. En su caso esto quizás tenga que ver con el hecho de que la Corte Penal Internacional lo encontró responsable de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por sus actividades en Ucrania.

De todas maneras, la Cumbre tendrá su interés. En este sentido, habría que entender, aunque sea brevemente, la evolución del G-20. Este nace como respuesta a la crisis económica en Asia verificada en 1997-1998. Lo que se percibió fue que las burbujas financieras suelen ocurrir por falta de coordinación entre los Bancos Centrales y los Ministerios de Finanzas de los diversos países. 

De ahí que las primeras reuniones de lo que ahora es el G-20 fueran realizadas con el fin de ampliar la coordinación entre bancos y otras instituciones financieras. No fue sino hasta el 2008 en que el presidente estadounidense George W. Bush decidió que en las reuniones debían estar presentes los Jefes de Estado y de Gobierno. Esto se hacía necesario para enfrentar la crisis financiera más grave que haya enfrentado la humanidad desde 1929.

Aunque al principio el foco fundamental de interés de estas reuniones era financiero y económico, este ha mutado hacia otros temas. Uno que se ha vuelto muy importante es el que tiene que ver con la sustentabilidad ambiental. Este aspecto será indudablemente tratado con cuidado en la reunión de Johannesburgo. Al igual que el tema ecológico se espera que se discutan también asuntos relacionados con la lucha contra la pobreza y cuestiones fiscales relacionadas con esto.

Algo que habrá que evaluar es si el G-20 puede ser tan eficaz en encontrar soluciones a estos problemas internacionales tanto como lo fue para coordinarse frente a crisis financieras globales. Más nos conviene que así sea.

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