De la lectura a la escritura: “Elodia” en la FIL
La lectura y la escritura son, desde la infancia, una forma de asombro: un poder que revela el mundo y abre las puertas del universo interior. Ambas no solo acompañan la vida, sino que la amplían, construyen mundos posibles y permiten habitarlos o crearlos. Ese espíritu renace cada año en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde convergen historias, voces y memorias.
Pero junto a la imaginación aparece el miedo: el temor a lo nuevo, a lo desconocido, a lo inmenso. Desde la humanidad más remota hemos temido aquello que no comprendemos. Incluso la escritura, hoy tan natural, despertó inquietudes: ¿desaparecería la memoria oral?, ¿se apagarían las tradiciones? Ocurrió lo contrario: la palabra escrita preservó y multiplicó la memoria, inaugurando la Historia y la posibilidad de viajar a otros mundos.
Con ese vértigo inicié la travesía de escribir Elodia, el libro que presentaré en la FIL 2025, en el stand de la Universidad Panamericana. La hoja en blanco fue mi primer desafío: ese territorio donde intuimos lo que queremos decir, pero aún sin forma precisa. Comprendí que lo inicial es imperfecto pero necesario: la materia bruta de la que surge el diamante.
Elodia comenzó a escribirse mucho antes. Durante treinta años conservé relatos, fotografías, conversaciones y silencios de mi abuelita, protagonista real de esta obra. A sus 90 años aún pude entrevistarla; sin embargo, su partida detuvo el proceso y me dejó una pregunta dolorosa: ¿cómo narrar la vida de alguien que ya no está? La respuesta llegó en el funeral: la historia ya existía, solo debía ordenarla.
El acompañamiento editorial fue decisivo. Paola Licea me enseñó arquitectura narrativa y verosimilitud; Patty Montero cuidó la puntuación histórica; Manuel Bernal y el equipo de la Universidad Panamericana consolidaron el proceso académico; y Rafa Uribe, dio forma final al libro, convirtiendo un archivo en una joya editorial.
Elodia es más que un homenaje: es el retrato de una mujer potosina cuya vida cotidiana se vuelve legado cultural. Desde el mercado hasta la menudería familiar, su historia revela la dignidad de lo sencillo y el valor de quienes sostienen la vida comunitaria. Es una celebración de mujeres que transformaron la necesidad en fortaleza.
Los espero en la FIL para compartir historias que iluminan nuestra humanidad. Ojalá encuentren un rayo de luz que inspire; y cuando alguien lo necesite, puedan convertirse en esa claridad que acompaña y sostiene.
En un tiempo donde la prisa amenaza con borrar la memoria, recordar se vuelve un acto de resistencia. La lectura nos permite dialogar con el pasado y la escritura nos invita a dejar huellas para quienes vendrán. Cada libro es un puente entre generaciones, un espacio donde coincidimos con quienes ya no están y con quienes aún no llegan. Celebramos los libros porque resguardan la memoria y fortalecen nuestra esperanza colectiva.