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Conflictividad social y contradicciones de la 4T

Vivimos una intensa coyuntura política marcada por la conflictividad social, las impugnaciones de ciertos sectores al régimen actual y las cada vez más manifiestas contradicciones del partido gobernante y de la Cuarta Transformación. Entre los momentos de conflictividad social recientes tenemos las protestas de los agroproductores con sus acciones que ensayaron a finales de octubre y que perfeccionaron con bloqueos carreteros a aduanas y puertos el pasado lunes 24 de noviembre.

A esto se suma la marcha de la llamada generación Z a la que se sumaron sectores indignados por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y otros hechos de violencia.

Todas estas causas, magnificadas y manejadas de modo oportunista y cínico por la clase política del PRIAN y la intensa campaña de denostación en medios tradicionales y redes sociales con los lemas de “narcogobierno” y “narcopresidenta”, y los mensajes directamente contra la Mandataria Claudia Sheinbaum con la pinta de “fuera judía”, o el más repulsivo y misógino al llamarla “pechos de limón”, tras el acoso sexual que sufrió la Presidenta (para muchos, un mero montaje del Gobierno).

Es en este contexto y como una vía de escape para evitar pagar los impuestos que debe, que surge la candidatura del empresario de ultraderecha Ricardo Salinas Pliego.

Del lado de Morena y partidos aliados, se observa un intento de cierre de filas desde el oficialismo con la convocatoria a la marcha del próximo 6 de diciembre y la misma narrativa de descalificación y unificación de todos los sujetos políticos que participan en esta coyuntura política de alta conflictividad social. Como escribí en una columna anterior: es cierto que los políticos de la oposición tratan de aprovechar esta coyuntura para capitalizarla electoralmente a su favor, pero del otro lado hay sujetos sociales que están protestando por causas legítimas.

Al meter en el mismo costal a todos los sujetos políticos descalificándolas de derecha y de la vieja oposición, Morena y la 4T desestiman causas legítimas de ciertos sectores que deberían atender y hasta encausar.

Pero el desencuentro no es solo con la clase política tradicional, la derecha y un sector de empresarios y clase media. También hay cuestionamientos desde el movimiento social no partidista y algunos sectores organizados de manera independiente. Por ejemplos, la criminalización de la diputada de Morena, Judith Vanegas Tapia, en contra de Carlos González, abogado de pueblos originarios y organizaciones campesinas y miembro del Consejo Nacional Indígena (CNI) una de las principales organizaciones no partidistas de este país.

Existe también un desencuentro y hasta distanciamiento de Morena y el Gobierno con ciertos sectores o movimientos que le habían otorgado el beneficio de la duda a los de la 4T, como los padres y madres de Ayotzinapa, los Comités de Cuenca del Río Sonora, y colectivos como Alianza Mexicana contra el Fracking y la colectiva Cambiémosla Ya. Apenas esta semana, la colectiva Cambiémosla Ya denunció que el actual Gobierno, además de incumplir por más de dos años en su obligación legal para expedir un nuevo reglamento, están contemplando “reanudar la exploración a mayor escala” de la actividad extractiva incluso permitiendo la minería a cielo abierto que la propia Presidenta había cuestionado durante su campaña.

La suma de todo este contexto político parece indicar que se terminó un ciclo en el que Morena se posicionó como un actor de cambio ante la partidocracia tradicional. Salvo para sus bases y sectores que se benefician de los programas sociales ahora Morena es un partido igual o peor que otros.

Si de verdad quisiera reposicionarse como opción de cambio y transformación, Morena y el segundo gobierno de la 4T tendrían que tomar decisiones radicales, como, en lo interno, expulsar a los indeseables como a Adán Augusto López; deshacerse de personajes que representan lo opuesto a lo que un partido de izquierda dice representar (como Cuauhtémoc Blanco); cuestionar y no permitir prácticas políticas que se identifican con el viejo régimen como los acarreos, y el corporativismo sindical que cada vez más aparecen en las movilizaciones de Morena.

Son personajes y prácticas que van en contradicción de lo que el partido gobernante dice representar. Pero dudo que esto vaya a ocurrir porque son las prácticas que demuestran las contradicciones de la 4T lo que le han permitido a este partido llegar al poder y ahora hace lo que hacen todos los partidos del mundo: aferrarse al poder así sea pisoteando sus principios y principios éticos. 

rubenmartinmartin@gmail.com

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