Buenas noticias en la UdeG
Nos dicen que en la UdeG hay buenas noticias para los docentes. El Proesde dejó de ser un viacrucis anual y ahora será trianual: menos carpetas, comprobantes y sufrimiento administrativo. El Consejo General Universitario aprobó la simplificación y, si el Gobierno federal no se atraviesa, a partir del 2026 los académicos respirarán cada tres años, no cada 12 meses.
La rectora Karla Planter habló de escuchar, cuidar y quitar cargas emocionales, lo que en idioma universitario significa “ya era hora”.
Desde el sindicato celebraron que se les quite “un peso tremendo”, ese que se acumula en firmas y formatos infinitos. El programa no pierde valor, sólo pierde burocracia. En otras palabras: menos papeleo, más tiempo para enseñar e investigar.
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Mientras unos celebran aniversarios, otros apagan la luz. El Instituto Electoral de Jalisco dio por finiquitado al partido Somos, ese experimento político que nació, cambió de nombre y murió sin despeinar el padrón.
El informe de liquidación quedó aprobado y el expediente se archivó: todos contentos, menos el partido difunto.
Para equilibrar el ánimo, el IEPC decretó que 2026 será el año conmemorativo del voto electrónico, porque nada anima más que recordar las urnas digitales mientras se liquidan partidos. También hubo números finos: topes millonarios para donativos privados, por si alguien aún quiere invertir en política. En resumen, sesión completa: nostalgia tecnológica, funerales partidistas y chequeras bien delimitadas.
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La tribuna del Congreso capitalino se convirtió en un ring improvisado y la sesión ordinaria terminó en campanazo final.
Entre empujones, jaloneos y golpes “con perspectiva de género”, diputadas olvidaron el reglamento para protestar por la desaparición del órgano de transparencia.
La panista Claudia Pérez salió con collarín, prueba viviente de que la democracia también deja esguinces. Desde Morena, Yuriri Ayala repartió los primeros empujones; Daniela Álvarez recibió lo suyo. Otros grababan, gritaban o intentaban separarlas, sin mucho éxito.
Hasta el Verde quedó atrapado en la riña.
Al final, la sesión fue suspendida, la sede alterna quedó en análisis y hay una nueva lección cívica: en la Ciudad de México, la rendición de cuentas puede terminar a golpes y nadie asumió responsabilidades políticas ni pidió disculpas públicas. ¿Qué tal?