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¿Y quién manda en el matrimonio?

Qué lástima tener que hacer esta pregunta a las parejas, cuando en realidad debería de ser un tema de libertad y respeto.

Hay que aceptarlo, la tendencia es que exista una lucha de poder entre ambos y que finalmente uno acabe dominando al otro, o vivan en una interminable y desgastante batalla cotidiana.

A veces no hay un ganador específico, pues uno puede dominar en ciertas áreas y el otro conformarse con el territorio que le conviene, pero de todas manera no se ven como aliados sino como enemigos que disputan por el poder.

Lo deseable es que toda pareja viva una auténtica complementariedad y no exista la necesidad de someter y doblegar al otro, por ningún motivo.

Para muchos estudiosos, estamos aún muy lejos de concebir las relaciones de pareja como una igualdad. Es decir que no exista, ni si quiera, la intención de buscar imponer y controlar al otro. Sometiéndola a las ideas y criterios personales y no dejando que la personalidad y el modo de ser del otro subsista con libertad y en santa paz.

¿Qué necesidad de estar en la constante obsesión por sentirse la autoridad y creer que el matrimonio otorga un poder para mandar, someter y controlar al otro?

Sin embargo está ya previsto, que dentro de las múltiples dificultades del matrimonio, está ese afán por querer crear una relación de patrón-esclavo y de sentir superioridad uno sobre el otro.

Somos diferentes y con posturas incluso opuestas, pero eso no significa que tenga que surgir una visión dominante y creer que una es la correcta y la otra está equivocada. Ni tampoco que la visión por géneros sea la que otorgue la autoridad, ni que se tengan prejuicios como el de señalar a las mujeres como el sexo “debil”.

Ya vimos que el objetivo es el complemento mutuo, basado en el respeto y en demostrar que el amor es libertad a la persona y no querer obligar al otro a hacer lo que no quiere.

De lo que se trata es de llegar a acuerdos y de tratar de ser uno mismo, dejando ser al otro tal y como es. No hay un amo y un súbdito, ni tampoco la mujer es la ama de casa, como queriendo decir que es la patrona del hogar.

Por ello veremos que al único que debes de dominar es a ti mismo, no al otro.

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