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Usted disculpe, señor fiscal…

Cuando una persona que vive en sociedad recibe una visita, regularmente trata de que ésta se sienta en casa. Es una muestra de cortesía, por supuesto. Nadie quiere que realmente esa visita se quite los zapatos y suba los pies a la mesa de centro, que tome el control y encienda la televisión a su gusto o que abra el refrigerador para servirse lo que quiera.

Pero cuando un diputado que vive dentro de un matrimonio arreglado con el Poder Ejecutivo recibe una visita, ésta tiene el derecho de relajarse tanto como quiera y platicar lo que desee. Eso fue exactamente lo que pasó en la comparecencia del fiscal, la secretaria de Igualdad Sustantiva y el comisario de Zapopan en el todavía llamado –aunque cada vez más reducido– Poder Legislativo de Jalisco, por la muerte de Luz Raquel Padilla.

“Usted disculpe, señor fiscal”. Porque, aunque son cada vez más chiquitos, los diputados de Jalisco todavía son respetuosos y la mayoría de las preguntas se formuló “con mucho respeto” y “con la intención de contribuir a una situación de la que todos somos responsables, porque todos vivimos en Jalisco”.

Brillantes. Unos héroes.

Ese exceso de sumisión y alta permisividad cobraron factura en uno que otro inconforme con lo que sucedió en el Congreso. No habría otra manera de dar a conocer esta información si eso no hubiera ocurrido.

Porque sí: el del 9 de septiembre fue un ejercicio en lo oscurito para no vulnerar el debido proceso, semanas después de que el propio fiscal Luis Joaquín Méndez mostró tantos “elementos de prueba” como pudo para sugerir que Luz Raquel Padilla se había quemado sola. Porque, aunque en lo público digan que no, en lo privado todos sabemos que la misma Fiscalía filtró videos a televisoras que luego “se usarían para ayudar en la investigación”.

No sé si a este punto ya se sepa, pero para esa todorrespetuosa visita se impidió el acceso a reporteras y reporteros. Es más, ni se transmitió por el canal del Congreso. ¿Para qué, si ya sabemos que ellos nomás están buscando escándalos para exagerar? Ya sabemos que ellos nunca quieren dar las buenas porque no son noticia. ¿Entonces qué hicieron los diputados? Véngase mi fiscal: aquí tiene a su Poder Legislativo para protegerlo, porque para eso tenemos el mismo patrón

En atención a esas gratas cortesías, el fiscal se fue en vivo. Fiel al estilo que ha mostrado desde que lo puso el góber, ni se preocupó en preparar su presentación. Dijo nada, añadió un poco de cero y concluyó de igual forma. Pero, eso sí, con la frente en alto.

Se dio el lujo de citar a granel, sin ton ni son, artículos de todas las leyes que le anotaron en sus fichas y, eso sí, todorespetuoso como los que estaban en esa aula, se reservó detalles del proceso de investigación y no adelantó hipótesis ni resultados de los 60 peritajes que ya están concluidos, pero no se han hecho públicos.

Lo que sí informó es que ha mandado y recibido muchos oficios y que ha peinado la zona varías veces para reunir centenas de testimonios que han engrosado la sección amarilla en la que se ha convertido la carpeta de investigación de Luz Raquel.

El comisario de Zapopan, Jorge Alberto Arizpe, llegó bastante seguro de sí mismo. Demasiado relajado para ir a rendir cuentas de un caso en el que él debería sentirse el primer responsable, pero él se presentó en calidad de Buzz Lightyear.

La secretaria Paola Lazo más bien se notaba incómoda, pues por la cara que mostró pareciera que fue importunada y no pudo acudir a otras actividades que sí le interesaban. En el otro lado estaba una amplia mayoría legislativa cerrando filas –lo que eso signifique– y con discursos de asesor a la carta listos para arrancar aplausos, fijar posturas y otras cosas con las que los políticos creen que desquitan la quincena.

Por ahí había una “furia”. Una que entró amable, pero a quien todos le torcieron la cara. Y por eso, de poco o nada lució su participación en una orquesta que, sí o sí, debía salir a favor de la y los invitados de honor.

La comparecencia fue un café de compas. No hubo lugar a reflexión, respuestas justificadas o, acaso, un atisbo de responsabilidad asumida por omisiones importantes. Afuera del Congreso, la lluvia y los gritos de las ciudadanas ensordecían a los guardias detrás de las cínicas vallas antiprotestas que fueron estratégicamente colocadas, pero adentro sólo existía camaradería, sonrisas falsas y una holgada tanda de usted disculpe.

Nada para el respeto y todo para el olvido. La primera Legislatura en la historia de Jalisco con mayoría de mujeres hizo nada para defender y hacer valer la memoria de una de ellas. Una a quien el invitado de honor, quien ocasionalmente gusta de ser fiscal, criminalizó al ventilar que la habían grabado comprando alcohol, un encendedor y quien ya mejor dejará la investigación en manos de la Federación para seguir cobrando por hechos que ya no lo hagan ir hasta el Congreso a recibir disculpas.
 

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