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Salarios, mercado interno y TLC

Los salarios de los trabajadores mexicanos ha sido un tema recurrente en este espacio: coyuntural, de reflexión, de demanda, de análisis… de todo, porque, efectivamente, en general, en México, los salarios son y están muy bajos, para que no quede duda. Y si bien estoy con la insistencia por lo menos desde hace 26 años, cuando empecé a escribir en esta sección editorial, recuerdo como si hubiera sido ayer que profundicé en el tema a partir de la crisis de 2008, aquella desatada por Estados Unidos, la crisis inmobiliaria y los bonos basura; y la que nos tocó de rebote como a todo el mundo, aunque en nuestro caso recargada con la pesadilla de la influenza AH1N1 de los dos años siguientes.

¿Por qué? Porque no puedo olvidar que para salir de aquella crisis en otros países como Brasil, las decisiones gubernamentales implicaban la reducción de impuestos y el aumento de los ingresos de los trabajadores para incentivar el mercado interno y con ello, imprimir dinamismo a su economía. En otras naciones se tomaron medidas similares, siempre para contrarrestar cualquier afectación derivada de la crisis global y profunda que nos recetó Estados Unidos; una de las más graves del capitalismo mundial en la historia de la humanidad. Así.

En México no se tomaron medidas ni siquiera cercanas. Al contrario. Así que más o menos desde entonces he estado al pendiente de los indicadores salariales aquí en comparación con los de otras naciones, sean miembros de la OCDE o no; de las posturas gubernamentales y empresariales al respecto, sí, esas que todos conocemos de que “no están las condiciones dadas”, “es inflacionario”, “va a elevar costos”, “es cosa de los empresarios” o “es cosa del Gobierno”; y, hace un año exactamente, de las palabras (música para mis oídos) de Jerry Dias, líder sindical canadiense, cuando dijo con todas sus letras que el Gobierno en México mantenía a sus trabajadores pobres deliberadamente para ser, vía sacrificio salarial de su fuerza laboral, más competitivos en un contexto de Tratado de Libre Comercio.

Todavía en el inicio de las negociaciones del TLC para modernizarlo hace más de un año, el equipo mexicano se mostraba firme en no incluir ese tema en la agenda que porque Estados Unidos y Canadá no tenían qué decir nada, que no les correspondía y que era un atentado contra la soberanía nacional. Escribí sobre eso en su momento porque… (ahora resulta), salieron muy defensores de la soberanía cuando en otras áreas y recursos tiene la voluntad muy débil, léase minas y extracción de petróleo, por ejemplo. 

Salvo el dato de que tanto en México como en Perú bajaron los salarios al comparar los ingresos de 2016 con los de 2017 (¡bajaron!) no se había dicho mucho más con respecto a los salarios, porque además ya no hay líderes sindicales que estén duro y dale con ese asunto; y en el marco del TLC como que no se oía mucho ya después de que lo mencionó Jerry Dias, luego Justin Trudeau (adquirió otra dimensión) y más tarde Donald Trump cuando empezó a señalar a México por la competencia desleal en el manejo salarial de los trabajadores mexicanos: como les pagan tan poco, decía (palabras más, palabras menos) las empresas se van a instalar allá y aquí no tenemos fuentes de empleo suficientes. Digo, aquí está el meollo de la reclamación.

Por supuesto que a estas alturas el lector sabe a dónde voy: al Acuerdo de Entendimiento bilateral de México-EU esta semana que incluye los siguientes dos aspectos, no ratificados aún, eso le corresponde a los órganos legislativos: uno, incrementar el porcentaje de contenido regional de los automóviles que se fabrican en la región y, dos: que entre 40 y 45 % de los autos debe ser fabricado por trabajadores que ganan mínimo 16 dólares la hora, es decir, unos 300 pesos ¡la hora!

Suena muy bien pero todavía no es un hecho, a pesar de que por motivaciones político-electorales (¡qué raro!) en Estados Unidos se habla del acuerdo como si ya hubiera sido ratificado y bilateral, es decir con Canadá fuera. Hay que esperar todavía. 

A mí en lo particular me alienta que sí entró el punto polémico del salario al que se resistían los negociadores mexicanos, es un primer paso y repercutirá más tarde en mejores ingresos (hay otras iniciativas encaminadas en ese mismo sentido). Canadá reconoció esta disposición de México como una “concesión” digna de ser tomada en cuenta y hasta de agradecer, de manera que las expectativas salariales para los mexicanos en general son buenas, están estrechamente vinculadas a la reanimación del mercado interno y en el marco de un acuerdo internacional, hay certidumbre.

(lauracastro05@gmail.com)
Laura Castro Golarte

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