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“¿No se te hace raro que tu hija no te conteste el teléfono?” (II)

Eso le dijeron a Marisol, madre de Renata, y colgaron. Comenzó a preocuparse cuando su hija de 16 años no se comunicó después del mediodía. La telefoneó sin éxito.

La app móvil Life360 -que ambas tenían para geolocalizarse- marcaba la prepa como último punto.

Le marcaron otra vez. Se identificaron como los de “la plaza”.

“Tu hija -le dijeron- anda de hocicona; para que ya no la busques, ya se la cargó”. Y colgaron.

Minutos después Marisol recibió una tercera llamada. En el identificador, en vez de número desconocido, aparecía La Empresa.
“Necesito que me juntes 300 mil pesos en dos horas -le advirtieron- o nos vamos a cargar a tu hija”.

Obligaron a Marisol a permanecer en su domicilio. Por fortuna, una vecina la acompañaba. Poco después llegó la Policía municipal.

Le pusieron un audio en donde Renata daba el nombre completo de su papá y el de Marisol. “Era su voz, lo supe”.

Era una llamada grabada del secuestro virtual de Renata que relaté en la columna de ayer.

Todo el tiempo la insultaban y amenazaban con hacerle cosas horribles a su hija.

Le daban datos personales de Renata. Eso lo hacía más creíble y angustiante. “Así como ellos me alteraban, ellos mismos me calmaban”.  

Los extorsionadores la presionaban para conseguir el dinero. “Si no vamos a ir por todos”.

La policía municipal intentaba calmarla. Le decía que era un secuestro virtual. Le sugirieron enviar a Renata un mensaje de texto, no de WhatsApp.

Pasadas las cuatro de la tarde, Renata respondió: “Dejen de mandarme mensajes porque me va a ir peor”. Marisol sintió desmayarse. Dudó. ¿En verdad la tenían?  

Todo terminó cuando la exigencia del pago pasó de 300 mil a “mínimo 20 mil pesos”. Les dijo que podía juntar 35 mil pesos.

“Es lo que te voy a poder conseguir -le dijo al extorsionador-. Lo único que te pido de prueba es que me mandes la foto de su tatuaje. En cuanto me la mandes, te deposito”.

Marisol y Renata se hicieron un tatuaje en el brazo cuando la menor cumplió 15 años. Los extorsionadores colgaron por última vez. En ese momento liberaron a Renata cerca de las siete de la noche en la Central Vieja de Guadalajara, a 40 km de su hogar.

La reflexión de Marisol es valiosa: “¿Qué hizo falta? Que yo le hablara a mi hija sobre eso, mi hija sabe que hay peligros, pero nunca le hablé de la extorsión telefónica ni los secuestros virtuales”.

Han pasado dos meses. Renata va a terapia. Aún no se anima a viajar sola en camión: “Después de eso pasé como una semana encerrada en mi casa, lloraba, tenía miedo. Ahorita ya salgo al parque de mi casa y a Guadalajara voy, pero escondida y con mi familia”.

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