Ni tan buenos ni tan malos
Todas las noticias que han salido acerca de ciertos funcionarios públicos, anunciándolos como los seres más corruptos desde que el mundo es mundo, o las que ellos publican hablando de sí mismos como si les hubiera reverdecido la vara y fueran el colmo de la virtud y, pos hombre, no son ni tan buenos como ellos dicen, ni tan malos como los adversarios describen. Son ratas, de eso no cabe duda, pero ratas chicas, rata nacional, aunque hay excepciones por la cantidad que en algunos casos se maneja, pero de la que nadie está cierto que sea verdad. A la pobre Presidenta la culpan de estar protegiendo funcionarios, mientras ella alega que pruebas, no palabras, y cuando se las ofrecen, se hace como a la que Dios no le habla y no les hace caso.
Y además, en muchos casos es por parentesco, tal es el caso de los hijos del afamado Presidente don Andrés Manuel López Obrador, considerado por muchos como el más corrupto de los corruptos en este planeta y que, según sus adversarios, está a punto de caer en chirona para perderse en las brasas de la justicia; en tanto que nuestra amada mandataria (con “A”) dice que no se le ha manchado su plumaje, a pesar de haber caminado por el pantano.
El mayor de la familia, que se me hace que ni a la política quiere entrar, aunque entra solo por ser hijo de quien es, es hijo del primer matrimonio de AMLO y, al parecer, la madre los dejó bien fondeados con una fábrica de chocolate, cuyo valor desconozco, pero que su propio padre lo describió como casado con rica que, por ser rey santo, vivía a todo lujo en Estados Unidos y, vamos, la verdad que no era por ser hijo de Presidente ni mucho menos, era porque el chico era un padrotón de primera categoría, que tenía vuelta loca a la señora nada más por su puro físico, lo que a mí me causa envidia, porque no se dan muchos casos en la vida de que la gente viva de su físico; no juzgo a la señora, pero si quiere lucirlo así y tiene con queso, pues que lo goce y no tenemos, cuando menos yo, qué recriminar.
El segundo es el más criticado porque ocupa un puesto de su partido junto con la bonita, y lo culpan de todas las tranzas del mundo, pero sin que a nadie le conste, y si fuéramos una monarquía-que se parece mucho-, dicen que él sería “El Delfín”. El tercero prefiere pasar desapercibido y yo de él no sé nada.
El cuarto, ya de otro matrimonio, es el que me cae mejor porque es un tipo robusto que tiene vicios humanos y es mi favorito porque yo también soy gordo y los gordos tenemos alguna fraternidad, aunque él es gordo rico y yo gordo pobre, él vapea y yo no, y él no es chocolatero más que de ingesta, a diferencia de sus otros hermanos, que sí lo son.
@enrigue_zuloaga