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Lo que provoca la guerra civil de Morena

¿Por qué hablar del Partido Movimiento Regeneración Nacional? La pregunta es pertinente porque parte de un hecho que debiera preocupar a quienes hoy se están enfrentando para ganar la presidencia del partido que fundó el presidente Andrés Manuel López Obrador: porque una mayoría aplastante de mexicanos desconfía de los partidos.

Un estudio del año 2018 (año de elección federal por cierto), denominado “Latinobarómetro”, reveló que en nuestro país sólo 11% de las personas confían en los partidos. En otros indicadores del mismo año, se daba cuenta de que apenas el 16% confiaba en el gobierno. La base de datos puede consultarse en www.latinobarometro.org

De aquel año al aciago 2020 las cosas han cambiado enormidades. ¿Hay más confianza en el gobierno que encabeza el popular presidente López Obrador? Bueno, la aceptación a su desempeño ronda porcentajes superiores a 60%. Pero para hacer una evaluación de la realidad, debe registrarse la pandemia del coronavirus.

Hay tres fenómenos contundentes que influyen al juzgar el presente: la crisis económica, la violencia y la pandemia. ¿El presidente es popular? Pues sí, pero eso no resuelve las cosas.

Por eso es sorprendente lo que ocurre en su partido, Morena. Viven una auténtica guerra civil y hay elementos de sobra para revisar, pero lo que llama la atención es que se trata del partido político dominante, el que tiene el mejor escenario posible en términos de resultados para el proceso del año 2021. En este momento es más probable que Morena mantenga e incluso aumente su dominio en la Cámara de Diputados, incremente su representación de diputados locales, regidores y aún, pueden ser más los gobernadores de estas siglas.

Ese panorama envidiable (casi un sueño) para el resto de los partidos político, es también el origen del conflicto de Morena: la acumulación del poder, el manejo de presupuestos multimillonarios. La ambición desbordada, a costa de cualquier freno legal o interés prioritario.

La lucha que ahora se constriñe a Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado, amenaza con dinamitar no las oportunidades de Morena, sino los años inmediatos del país.

El problema, en última instancia, no sería el debilitamiento crónico de un partido político que vive de la autoridad carismática del presidente López Obrador. La tragedia consistirá, si así siguen las cosas, en el desencanto inmediato y la falta de eficiencia de los gobiernos emanados de Morena.

Parece algo que sólo les compete a quienes militan en ese partido, pero no lo es. La urgencia permanente del sistema de seguridad, del sistema de salud, de la educación pública, del equilibrio entre poderes políticos y particularmente, de la acción de los poderes fácticos (especialmente el crimen organizado), pueden debilitar la posición de México frente a los Estados Unidos y Latinoamérica.

La pérdida de estabilidad y el daño a la economía, con las consecuencias negativas entre la población, amenazan el futuro inmediato y mediato del país.

Las cosas no pintan bien. El año 2020 es negativo en sus saldos generales. Pero una sociedad mexicana confrontada, empeora todo.

Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado alimentan el conflicto. No contribuyen a resolverlo.

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