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Llegó la hora

Negar los grandes problemas nacionales como la impunidad, con su principal consecuencia la corrupción y además la inseguridad y violencia, resultaría un despropósito. Dichos problemas mal atendidos, junto con una opinión pública tocada por las tendenciosas redes sociales, nos tienen probablemente en el umbral de un cambio de régimen. Esto es, destruir las instituciones actuales y sustituirlas por otras. Un cambio de régimen implica además la modificación de las normas más relevantes del sistema. En concreto, el orden democrático actual y la forma de entender los derechos humanos se modificaría. El entorno económico también. Todo indica un giro antilibertario y antiliberal. No me gusta pero como ya lo he señalado, no extraña.

Quizá los liberales-demócratas nos lo merecemos. Tuvimos la oportunidad y las cosas salieron mal. No tan mal como nos lo quieren vender, pero lo hicimos mal, muy mal. Si no fuera así, no nos encontraríamos ante tan terrible escenario. Ahora el electorado busca en grandes proporciones un nuevo autoritarismo. La gente está muy molesta. Y tienen razón. Sin embargo, además de todo lo incluído, de manera muy seria me pregunto: ¿Un régimen novoautoritario es más capaz para atacar la impunidad, corrupción, inseguridad y violencia?

Depende. Algunas tiranías sí lo han logrado como la de Pinochet en Chile. Otras no. Pero hay regímenes autoritarios, donde ha ocurrido una anomalía, como lo son aquellos latinoamericanos actuales del llamado socialismo del S.XXI. Donde el Gobierno se ha mezclado de forma total con la delincuencia, al grado que los principales jefes de la mafia son los jefes del régimen, incluyendo a empresarios afines. En otras palabras. La concentración del poder y el dinero en un líder y sus allegados, no es una garantía para resolver los problemas nacionales. Y en nuestra región y tiempos actuales provocan Estados delincuentes o Narcoestados. Paradójicamente al votar por el más “antisistema”, podemos estar votando no para disminuir esos grandes problemas, sino para profundizarlos, amen de la pérdida de libertades incluyendo la de expresión y propiedad. Si queremos menos violencia e inseguridad, mucho menos impunidad y corrupción votando por López Obrador, nos va a salir mal el numerito. Si queremos venganza, también. Es demasiado cara esa forma de revancha, principalmente para los menos favorecidos.

Más aún cuando el antisistema ha gozado de todos los beneficios del mismo, incluyendo la impunidad-corrupción y no tiene propuestas, sino ocurrencias para atacar nuestros males señalados. No se trata de un outsider, sino de otro más de los partidócratas mexicanos. Mucho se nos ha dicho a sus críticos. Desde acusarnos de motivaciones siniestras, clasistas, discriminatorias, etcétera, cuando en su mayoría simplemente describimos e interpretamos lo dicho y hecho por AMLO. Si López Obrador hubiere dicho cosas diferentes y atinadas, no tuviera yo ningún reparo en reconocerlas. Pero me considero un liberal de derechas. Y como tal lo veo y escucho con harta preocupación. Por otro lado, si pierde es un hecho el incendio del país. De muchas y diversas formas lo han anticipado (el tigre, el diablo, habrá chingadazos...). Para el lopezobradorismo la competencia ya está definida, y de perder solo sería atribuible a un fraude de épicas magnitudes. ¿Cual de los dos entre Meade y Anaya, es el más pérfido y audaz para enfrentar ese gran reto que implica el ganarle a AMLO? Por eso voy a votar por el más gandalla y canalla: por Anaya. A ver que pasa. 

sergio@aguirre-consultores.com.mx / @seraguirre)

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