Las niñas…
La foto de tres hermanitas sonrientes estuvo circulando por internet para recordarlas así: vivas, felices. El colectivo “Buscadoras de la Paz” encontró sus cuerpos tirados debajo de un árbol, en una terracería de Hermosillo, Sonora. Las niñas estaban en pijama, abrazadas, como si hubieran tratado de proteger a la pequeña de las balas con que las asesinaron. Se llamaban Karla, de 9 años, y las gemelas Meredith y Medelin, de 11 años. Un día antes hallaron el cuerpo de su mamá, de 28 años, también asesinada. En redes sociales poco se habló de ello. Como si no hubiera pasado. Como si la violencia en el país fuera algo ajeno, lejano.
Las mujeres del colectivo, que en la búsqueda de sus familiares se han topado con escenas terriblemente fuertes, quedaron impactadas con lo que hallaron; describen lo que vieron como algo sumamente desgarrador. “Hemos encontrado muchísimos cuerpos, mujeres, hombres, pero al encontrar esas niñas fue algo terrible, tremendo, no puedes entender por qué tanta maldad”, narró en un video Cecilia Delgado, líder de “Buscadoras de la Paz”.
“Ver, pues, ya cuando las separaron, cuando ya estaban en esas bolsas negras, daban ganas hasta de abrazarlas, decirles: ‘Aquí estamos, no están solas’. Fue algo demasiado fuerte para todas”, dijo en otra entrevista. “No sé ni me quiero imaginar el terror que vivieron en ese momento. La verdad que nos quebró, nos quebró; hasta el más fuerte se hubiera quebrado con esta escena tan terrible”.
Son el tipo de noticias que quisiéramos que no existieran, que jamás hubieran sucedido, pero son parte de la violencia en el país, en donde lo más cruel, oscuro y de mayor podredumbre del ser humano también está trastocando la vida de niños y niñas.
Acaba de suceder este jueves aquí en Jalisco. Un niño de 9 años sobrevivió a la masacre de su familia: asesinaron a su mamá, su papá y sus hermanos, de 13 y 2 años, en San Cristóbal de la Barranca. El pequeño logró escapar y pedir ayuda. ¿Eso es México? No, pero está sucediendo aquí, y voltearnos a otro lado no hará que desaparezca.
La violencia está alcanzando a las infancias. Y no es mera percepción. El año pasado asesinaron a 2 mil 243 víctimas menores de edad y los homicidios infantiles en el país se incrementaron 6.5 % respecto a 2023, según el “Balance Anual 2024” de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
En Sonora detuvieron al presunto asesino de las tres niñas y su mamá, supuesta pareja de ella y vinculado con una organización criminal. Meredith y Medelin, las gemelas de 11 años, se graduarían esta semana de la primaria; en la escuela sus lugares estuvieron vacíos. Poco se habló de ello.
De lo que sí se habló es de #LadyRacista. Una mujer grabada insultando a gritos y manotazos a un agente de tránsito en la Ciudad de México, cuando iban a infraccionarla por estacionarse mal y sin pagar el parquímetro. Que si bien merece estar en la discusión colectiva, no tiene los alcances ni la incidencia y profundidad que implica el asesinato de menores, con el nivel de saña y violencia al que hoy se enfrentan infantes en México.
¿A dónde estamos volteando? No nos acostumbremos a la violencia del país. Para que haya justicia y que estas historias no se repitan, que jamás nos gane la indiferencia. Con las niñas y los niños no.
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