Las lecciones de Walter Benjamin sobre la violencia
La crisis de violencia en México lleva décadas gestándose. Las autoridades han fracasado en su intento de reducir la fuerza de los grupos que las desafían, lo que ha puesto en evidencia la fragilidad del Estado de derecho y la incapacidad de las instituciones para garantizar justicia y seguridad. Walter Benjamin, un pensador fundamental en el estudio de la violencia y el derecho, nos ofrece en su ensayo Para una crítica de la violencia una perspectiva clave sobre la interacción entre la violencia y el derecho, tanto en su origen como en su aplicación.
Benjamin distingue entre la violencia fundadora del derecho y la violencia que lo conserva. En el caso de México, el Estado ha sido incapaz de monopolizar la violencia legítima, permitiendo la emergencia de actores no estatales que ejercen su propia violencia fundadora, desafiando el orden establecido. Desde el virreinato hasta la actualidad, las guerras internas, las revoluciones y, en la democracia, el narcotráfico y el crimen organizado han intentado establecer sus propias normas operativas al margen de la autoridad formal. Incluso los grupos de autodefensa han sustituido o influido en el Estado en la administración de justicia y el control territorial.
La ausencia de un Estado de derecho sólido ha generado una paradoja: el Estado recurre a una violencia supuestamente conservadora del derecho, pero en muchos casos lo hace de manera extralegal o ilegítima, como en las ejecuciones extrajudiciales, la tortura y las desapariciones forzadas. Walter Benjamin advertía sobre el peligro de un derecho que emplea la violencia para perpetuarse sin cuestionar su propia legitimidad. En México, esto se traduce en la normalización de la impunidad y la degradación del pacto social. La clave radica en el cuestionamiento permanente de la legitimidad del ejercicio de la violencia, algo que solo la democracia puede garantizar a través de mecanismos efectivos de defensa de los derechos ciudadanos.
El verdadero desafío ante la violencia es combatir la impunidad dentro de un sistema que respete la ley y refuerce la legitimidad del Estado. La crisis de violencia en México es, en esencia, una crisis de justicia y de legitimidad del derecho mismo. Mientras las instituciones sigan siendo incapaces de garantizar la justicia, la violencia continuará siendo el principal mecanismo de resolución de conflictos. La solución no puede limitarse al uso de la fuerza estatal, sino que debe enfocarse en la reconstrucción de un derecho que no dependa exclusivamente de la violencia para ser efectivo, sino que se base en la justicia y la participación social.
En los términos de Benjamin, la violencia ejercida por la autoridad estatal no es un fin en sí mismo, sino un medio que debe ser juzgado en función de la justicia, que representa los verdaderos fines. Si la justicia es el criterio de los fines, la legalidad debe ser el criterio de los medios.
Hoy es más necesario que nunca fortalecer el ejercicio de la violencia legítima del Estado contra la impunidad, dentro de los límites de la legalidad y la justicia. Esto requiere no solo la coordinación efectiva de las instituciones, sino también el respaldo de la opinión pública y de actores clave en la esfera política y económica. La coyuntura internacional podría ser el punto de inflexión necesario para avanzar hacia el fortalecimiento de la legitimidad del Estado a través de la justicia.