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En la pobreza y sin seguridad social

La guerra que vivimos en México y su incontenible producción de hechos violentos como asesinatos, masacrados, desaparecidos, fosas y centros de exterminio ha dejado en segundo plano que nuestra sociedad atraviesa una violencia estructural que afecta a la gran mayoría de la población. Las caras más ominosas de esta violencia estructural son el racismo, la pobreza, y la exclusión social.

Al llamarla violencia estructural se hace noción a su origen en el sistema capitalista. Al ser el capitalismo, por naturaleza, un sistema basado en las diferencias de clase, ocurre de origen un antagonismo social que explica esta violencia estructural. Y el saldo del capitalismo mexicano es ominoso.

No sólo no resolvieron los problemas de pobreza y exclusión en el periodo de oro del capitalismo mexicano, en la segunda mitad del siglo XX, sino que en las tres recientes décadas de neoliberalismo, estos problemas crecieron y se agravaron.

Un estudio reciente sobre pobreza y programas sociales en México le pone cifras a esta situación, confirmando que 68 millones de mexicanos, más de la mitad de la población, no tienen acceso a ningún sistema de seguridad social.

La situación es por demás preocupante para personas mayores de 60 años y la población que cuenta con alguna discapacidad: 69% de las personas de la tercera edad y 65% de los discapacitados no cuentan con ningún programa social, ni acceso al sistema de salud pública.

El estudio fue elaborado por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, con apoyo de la Fundación para la Paz en Guerrero y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y recuerda que 62 millones de mexicanos no tienen ingresos suficientes para adquirir la canasta básica. Esta cifra es semejante a la de hace 25 años, e incluso ha aumentado desde 1992, lo que confirma el fracaso del neoliberalismo (o su triunfo, según el lado por donde se mire).

Para reproducirse el capitalismo fuerza a la población a vender su fuerza de trabajo, pero al mismo tiempo no garantiza el acceso a un ingreso. En el estudio se señala que 36% de los mexicanos se encuentra sin trabajo o subocupados, mientras que 61% tiene empleo, pero con una insuficiente remuneración. Y se recuerda que del total de personas empleadas, 54% no tiene prestaciones.

El saldo social que deja el capitalismo neoliberal se muestra agravado en el caso de la alimentación cuando 21% de los niños padece desnutrición; y 28% de la población total atraviesa por inseguridad alimentaria.

Ante esta violencia estructural que el capitalismo produce al reproducirse, el Estado inventó los programas sociales como políticas públicas enfocadas a resolver las necesidades de determinados grupos de población. Pues el estudio referido encontró que también son un fracaso: a nivel federal existen 136 programas sociales de los cuales apenas 14 programas funcionan, en contraste, hay 61 programas que se ejercen en la opacidad y la dispersión.

A nivel local existen 2,528 programas sociales de los cuales 95% no cumple con la institucionalidad mínima, señala el informe en un resumen presentado en Animal Político. Estudios como estos nos confirman que la pobreza no es un “mal social” que los gobiernos puedan combatir, sino una situación permanente en el capitalismo.  

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