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El tiempo y cómo pasa

Según los que saben, “objetivamente, el tiempo pasa a un ritmo lineal constante”. Pero subjetivamente todo mundo se da cuenta de que no es igual hacer media hora de cola en el banco que pasarla viendo una película divertida, y los mayores se acuerdan que cuando eran niños las vacaciones eran larguísimas y siempre faltaba mucho para Navidad. Así que por ese lado no hay novedad: la percepción del paso del tiempo por el sujeto varía según las circunstancias.

Sin embargo, hasta ahora la inmensa mayoría de los estudios sobre la percepción humana del tiempo se habían hecho en laboratorios y estaban enfocados en duraciones de cuando mucho algunos minutos, pero hay relativamente pocas investigaciones para explorar la experiencia del tiempo en el mundo real, no en condiciones de laboratorio.

Una especialista inglesa, la psicóloga Ruth Ogden de la universidad John Moores de Liverpool, se ha dedicado a estudiar el impacto sobre la percepción del tiempo en un universo de 604 individuos a raíz de las medidas ordenadas por el gobierno británico en marzo de 2020 en respuesta a la pandemia de covid-19. Tales medidas, que imponían la distancia física y el aislamiento, el cierre de escuelas, industrias y negocios, causaron –como en el resto del mundo– cambios significativos en prácticamente todos los aspectos de la vida cotidiana. El estudio se hizo sobre la última semana de marzo y las cuatro de abril. Esa situación inédita ofreció a los expertos una oportunidad única para analizar cómo esas condiciones pueden afectar la sensación del tiempo.

La profesora Ogden informa en el artículo* publicado en la revista académica Plos One que el ochenta por ciento de los participantes en el experimento reportaron “distorsiones temporales”, es decir que habían sentido durante la cuarentena (allá le llamaron lockdown) que el paso del tiempo o bien se alargaba o bien se comprimía.

Se pidió a los encuestados que calificaran en una escala de siete puntos qué tan rápido sentían que corrían las horas, tanto de un día como de una semana, y en comparación con la vida normal antes de la pandemia. Además, se les hacían preguntas para que evaluaran su estado de ánimo, su carga de trabajo y su nivel de satisfacción con el volumen de interacción social que tenían. En cuatro de cada cinco personas se observó que sintieron que el tiempo se había acelerado, o al contrario, dependiendo de factores como el estrés, el aislamiento y el quehacer. Pero fueron casi la mitad quienes habían sentido que las semanas pasaban muy rápido. En cambio, los factores que hacían sentir que el tiempo iba más lento eran la mayor edad, más estrés, menos tareas por cumplir y poca satisfacción en el nivel de contacto social. 

*https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0235871
 

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