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El fin de los encantos

Es tan predecible la política en México. Los ciclos son idénticos y se repiten sexenio tras sexenio.

Resulta increíble que como gobernados tengamos todavía la ingenuidad de encantarnos con promesas de candidatos de largo término, los que buscan estar todo un sexenio ya sea como presidentes o como gobernadores.

Y no hay distingo de partido a partido.

Ya hace varios años el célebre compositor yucateco Guadalupe Trigo cantaba una canción en la que hablaba de cómo cada seis años el país se disfrazaba de romería democrática y empezaban a aparecer los tonos multicolores de los partidos en muros y piedras del camino, se revolvía el polvo de los abandonados campos de futbol para que irrumpieran las comitivas con música, discursos y “regalitos” y daban vida a pueblos y comunidades apartados de la vida nacional.

Pero pasadas las elecciones se volvía a lo mismo.

Sólo el olvido.

Las piedras y muros volvían a sus tonos pardos, se asentaba el polvo de los campos futbol y ya no había visitas ni comitivas festivas.

Y el abandono se hacía más notable después de tres años de la elección sexenal, en las elecciones intermedias, donde dependiendo del resultado los grupos políticos trazaban distintas estrategias pero no para tratar de servir a los electores, sino para para sobrevivir como políticos y buscar hacer algo en la siguiente elección de largo término.

Y todo sigue igual.

Durante la última elección sexenal los principales candidatos nos encantaron con dos proyectos que parecían grandes promesas para el país y para el estado: a nivel nacional una Transformación, equiparable a la Independencia, la Reforma y la Revolución que iba a poner en el centro a los pobres, y a nivel local una Refundación del Estado que pondría en orden la casa, incluso con una Constitución Estatal moderna, dando a Jalisco la posición que se merece en el concierto nacional.

Pero pasaron tres años, llegaron las elecciones intermediarias, y en función del trato de los electores no sólo se olvidaron aquella Transformación y aquella Refundación, sino que el grupo político a nivel nacional y el grupo a nivel local cambiaron sus estrategias.

A nivel nacional, al perder buena parte de la fuerza que había adquirido tres años antes, el Presidente ha empezado a tejer alianzas con algunos de sus otrora adversarios y ha mesurado el nivel de desencuentro de sus discursos.

Y a nivel estatal el gobernador, al verse su grupo favorecido con un apoyo que no esperaba, dejó de lado la tolerancia y empezó a romper con grupos y organismos con los que llevaba la fiesta en paz.

Ambos grupos lo que buscan es sobrevivir y conseguir posiciones para la siguiente elección sexenal.

Y en política todo se vale.

Habrá que esperar el siguiente ciclo, los nuevos proyectos y el nuevo encantamiento, y por lo menos aquellos poblados olvidados por unos días se vestirán de fiesta.

platapi@hotmail.com

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