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El compromiso de Tlatelolco 2025

Esta semana, se llevaron a cabo los foros, diálogos y encuentros de la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe desde donde se aprobó el Compromiso de Tlatelolco 2025 para acelerar las acciones que nos lleven a construir una verdadera igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, así como caminar rumbo a la construcción de sistemas integrales de cuidados. 

Hace apenas un par de semanas, celebrábamos que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), había reconocido el derecho a cuidar, ser cuidado y autocuidarse como un derecho humano fundamental que debe ser garantizado y promovido por los estados. 

El cuidado es el eje de sostenibilidad de la vida humana, y a partir de la declaratoria de Tlatelolco, es también considerado como un trabajo, un bien público y un sector dinamizador de la economía de los países. 

No omito decir, que los trabajos de cuidados históricamente han recaído sobre las mujeres debido a una serie de roles y estereotipos de género que les han asignado la labor de cuidar de otros. Definir el cuidado es altamente complejo debido a que conlleva componentes políticos, éticos y morales que están atravesados por el amor. 

El compromiso de Tlatelolco parte de reconocer que el concepto, sociedades del cuidado, significa hablar de un nuevo paradigma de gobernanza, de desarrollo económico y de diseño institucional de los estados. Este paradigma, implica entrar de lleno a la problematización y redefinición de lo que se ha llamado “división sexual del trabajo” y que es el origen y la base estructural de las desigualdades debido a que nos ha dicho, de manera histórica, que los hombres son quienes deben de estar en el ámbito de lo público y las mujeres en el espacio privado desde donde les son asignadas tareas y labores fundamentadas en estereotipos de género. 

Esto es pieza clave porque significa comprender la forma en que socialmente organizamos los trabajos de cuidados, es decir, si hacemos uso de estancias infantiles o de la figura de las y los abuelos, cómo cuidamos a las personas adultas mayores y cuáles son estos costos. 

Hago hincapié en estos dos elementos, las sociedades del cuidado y el derecho humano a cuidar bajo el principio de igualdad, universalidad, así como de corresponsabilidad social y de género. Construir sociedades de cuidado, es profundamente complejo tal y como funcionan nuestras instituciones y nuestras leyes. Implica rediseñar la arquitectura institucional del Estado y hacer que las dependencias funcionen de manera distinta. También coloca en el centro del debate al empleo, cuántas horas trabajamos, cuáles son nuestros horarios, qué días de descanso tenemos y cómo desde ese espacio también podemos ejercer el derecho al autocuidado. 

Lo he dicho muchas veces, el cuidado es el debate político, económico, social y cultural más importante del siglo XXI porque es el punto de partida para combatir las desigualdades estructurales en las que vivimos. Este compromiso de Tlatelolco pretender ser una guía o una hoja de ruta que haga posible la creación de Sistemas Integrales de Cuidados que sean sostenibles en el tiempo y que se fundamenten en derechos y no solo en necesidades. De tal forma, hace un llamado a adoptar marcos normativos y diseñar políticas y programas centrados en los derechos de quienes reciben, pero también de quienes brindan cuidados tanto de forma remunerada, como no remunerada. 

De vital importancia, el énfasis colocado en las propuestas para fortalecer el financiamiento en la construcción de sistemas integrales de cuidados que pretende impulsar un diálogo con autoridades financieras y hacendarias de los países, con la finalidad de acelerar su implementación. 

La XVI Conferencia Regional de la Mujer de América Latina y el Caribe y su compromiso de Tlatelolco, no solo es un llamado urgente sino ineludible para que los gobiernos dejen de pensar de manera asistencial y actúen en función de los derechos. Las sociedades del cuidado colocan la vida en el centro, posibilitan el desarrollo en entornos seguros y dignos, y facilitan el logro de la igualdad al poner en marcha la responsabilidad y corresponsabilidad del cuidado sin importar el género de las personas.

ierika.loyo@udg.mx

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