El Chicharín Machirulo
“Mujeres, están fracasando”, palabras del Señor Machirulo Don Chicharito Hernández quien la semana pasada se colocó en el centro de la polémica por sus así llamados mensajes motivacionales de corte profundamente machista. La verdad, yo no sabía que las mujeres mexicanas estábamos fracasando, saber que por fin teníamos a la primera mujer Presidenta del país, me hacía pensar que íbamos avanzando poderosamente. Pero según Don Chicharito (curioso que un machito siga usando el diminutivo para ser nombrado), nuestro fracaso deviene porque no honramos a la masculinidad y nuestras posturas feministas están “haciendo a la sociedad hipersensible”.
Las reacciones de hombres y mujeres ante los comentarios de este señor fueron muy variadas, algunas a favor y muchas otras en contra. Entre muchas que he leído hay comentarios que señalan que las declaraciones del señor no son machistas, sino consejos motivacionales. Quizá estemos acostumbrados como sociedad, a relacionar el machismo con dichos y reacciones violentas y de corte sexual. Pero el machismo, como parte del modelo de masculinidad hegemónica que se ha venido inculcando y aprendiendo por todo el mundo, refiere lógicas no solo violentas sino profundamente sutiles que descalifican, humillan y discriminan a las mujeres. Sobre todo, actitudes y dichos sutiles y cotidianos que buscan perpetuar el control, el dominio y el ejercicio del poder que históricamente los hombres ejercen contra las mujeres.
El problema, es que Don Chicharito Machirulo, hace referencia a un concepto que desde hace cientos de años ha perpetuado los roles, y estereotipos de género desde lógicas sociales de desigualdad estructural y que hoy en día, muchas mujeres economistas feministas, están intentando deconstruir para construir regímenes de bienestar vertebrados por la economía del cuidado. Ese concepto es la división sexual del trabajo, que, de manera histórica, colocó a los hombres en el espacio de lo público perpetuando su rol masculino de proveedores y dueños del poder, y a las mujeres, en el espacio de lo privado en donde el ocultamiento y el control era más sencillo y desde donde se dedicaban solo a las labores del hogar y al cuidado de las infancias. La división sexual del trabajo es una de las bases de los roles y estereotipos de género, es decir, las formas en las que se espera que se comporten los hombres y las mujeres, y son estos elementos, los que han perpetuado las violencias, la discriminación y la desigualdad que las mujeres vivimos.
Cuando el señor Don Chicharito Machirulo dice que las mujeres deberíamos “no tener miedo a ser mujeres, a permitirse ser lideradas por un hombre que lo único que quiere es verlas felices”, está perpetuando ese rol tradicional que coloca a las mujeres como sumisas y encargadas del hogar. Incluso, ni siquiera reconoce que el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados son ambos considerados trabajos que hacemos las mujeres y que conforman el 65% de nuestro tiempo semanal de acuerdo con las más recientes estadísticas. Así que sí, el Chicharito es un macho tradicional.
Uno de los más graves problemas que se observan en el video en el que grabó estos mensajes, es que son indicadores de una suerte de adoctrinamiento que se lleva impartiendo a algunos hombres en México y en el mundo, en donde la tendencia es a conservar el modelo de masculinidad hegemónica y tradicional y no apostar por un proceso de deconstrucción positiva ya que este último se observa como una pérdida de poder, control y dominio sobre las mujeres y la sociedad. De nada sirve que la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres de Jalisco le haya recomendado participar en los grupos de reflexión de hombres sobre masculinidades positivas porque este señor, como figura pública, debe tener una intervención psicológica y emocional de mediano y largo plazo con personas profesionales. De nada sirve que Las Chivas hayan lamentado estas declaraciones si no están haciendo absolutamente nada para trabajar sobre las formas en las que se juega el futbol de varones tan violenta y teatral, menos si sigue pegándole menos a las mujeres futbolistas de su equipo.
Lo que dijo este futbolista no es un asunto menor, y no, no estamos exagerando en criticarle y demandarle algo más que una disculpa. El Chicharito Machirulo es una figura pública y el más claro ejemplo de que como sociedad, estamos demasiado cerca de los movimientos regresionistas que luchan por no construir la igualdad.
ierika.loyo@udg.mx