Despertar la exigencia
Inició la temporada -oficial- de precampañas. La efervescencia al interior de los partidos ya comenzó y serán dos meses a nivel local antes de iniciar el año con la definición de los candidatos por cada partido. Entonces sí vendrá la campaña intensa y agresiva.
En cuestión de días inician las precampañas federales, algunas locales ya están en marcha. Cada elección -local o federal- es más o menos lo mismo: los partidos tienen más o menos el mismo proceso interno, más o menos el mismo presupuesto y más o menos el mismo interés en juego. Sin embargo, la participación ciudadana consciente es lo que cambiará el patrón para que deje de ser más o menos lo mismo.
El próximo 2024 se definirán los gobernadores en nueve Estados: Jalisco, Guanajuato, Tabasco, Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Puebla, Veracruz y Yucatán, así como alcaldes en 30 Entidades, diputados locales, federales y senadores, además de elegir al próximo Presidente del país. Están en juego más de 20 mil cargos de elección popular y se estima que sea la votación más grande de la historia, pues hay comicios en todos los Estados, habrá participación en el extranjero así como en prisión preventiva y voto anticipado, de acuerdo al INE.
La inversión para campañas es otra cosa… nada más 23 mil millones de pesos circulando por las calles y en difusión, más otros cuatro mil millones de pesos como fondo precautorio en caso de una consulta popular o elecciones extraordinarias. ¿Cuánto quedamos que se necesita para rescatar Acapulco? No podemos comparar peras con manzanas, pero ¿y si redujeran presupuestos en campañas y se destina a eventos más importantes, sobre todo en un año como éste? ¿Y si se invierte en las urnas electrónicas en lugar de las toneladas de papel impreso que se requieren para unos comicios como los que se avecinan, seríamos capaces de acreditar el resultado sin apelar a un “error en el sistema”?
Informarnos es lo que hará la diferencia en las próximas elecciones. ¿De quién es la tarea? Nuestra, sólo nuestra. Para ello debemos tener interés por cada aspirante, por su formación, su trabajo previo, su propuesta y la de su partido -tenemos coaliciones como pocas veces vistas-. El historial de cargos públicos cuenta, claro que cuenta, es experiencia, sin embargo no lo es todo, porque al final del día el poder no cambia a las personas, pero revela quienes son realmente.
Para elegir debemos tener claro qué queremos para los siguientes años, quién nos representa -más allá del partido-, por quién votamos; de quién se trata sí que cuenta, y aunque no debería ser el caso, el desarrollo personal -al margen del político- sí importa: para muestra podemos recordar que hay partidos que han defendido a sus candidatos incluso con antecedentes de abuso a mujeres -absurdos en todas partes se encuentran-.
Es por ello que debemos estar informados y la tarea inicia ya. Hasta antes de enero no es un trabajo del ciudadano promedio decidir quién representa a cada partido, ese es trabajo interno, de los militantes; sin embargo, sí nos toca observar quién es quién en este juego, analizar los discursos, reconocer las fortalezas de cada uno, su aportación en cargos anteriores, sus deficiencias, sus asuntos pendientes. ¿Ya lo sabemos? ¿Nos interesamos en ello?
A un ciudadano informado no se le sorprende tan fácil, sabe diferenciar entre quién compite limpiamente y quién no, a él las campañas de desprestigio -lamentablemente siempre las hay- no lo manipulan, tiene la capacidad de discernir entre un representante con ética y cimientos de uno que no los tiene. Dicen por ahí que un pueblo educado tiene mejores opciones en la vida y es muy difícil que lo engañen. ¿Estamos listos para elegir? Posiblemente no, empecemos por sacudir la apatía y despertar la exigencia; este juego va iniciando y es momento de analizar a los jugadores para que deje de ser otra vez más o menos lo mismo.