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Del Toro, forever

Bueno, la verdad llego un poco tarde a la conversación, pero no puedo dejar de mencionar la gran noche que vivió el tapatío Guillermo del Toro —y de la que todos los mexicanos nos sentimos orgullosos— en la edición número 90 del Premio Oscar. Y como en términos cinematográficos todo ya está dicho, a mí me encantaría subrayar una cosa: el logro del cineasta nos irradia con su mexicana luz pero… su Oscar, el premio, es de él y de su equipo.  

No veo por ningún lado políticamente correcto que figuras del desprestigio nacional como Meade, Anaya o Margarita Zavala deban siquiera enarbolar una coma tuitera para felicitar al cineasta (total, gracias a Dios el mismo Del Toro dijo hace tiempo que no quería que lo felicitara Peña Nieto). Suena radical, pero el Oscar de Guillermo nos estrella en nuestra cara la inutilidad de las estrategias públicas que deberían estar al servicio del talento nacional desde hace décadas. Y no, no es así. El triunfo de Guillermo del Toro es el producto de una carrera larga, individual, personal y creativa que el tapatío emprendió hace décadas.

Cómo un candidato como Meade, por ejemplo, que viene de un partido que tiene a México hundido en la corrupción, osa hacer público algún tipo de orgullo. A mi ver y disculpen mi dureza, a todos esos candidatos les debería de dar vergüenza… Porque los logros de gente como Gael García Bernal, Iñarritu, Salma Hayek o Lubezki disculpen ustedes, no son en nuestra representación, son más bien A PESAR de todas las trabas que se viven en México para sacar un proyecto artístico adelante. Ellos han abierto un camino para todos nosotros.

O dígame usted: ¿sabe cuál ha sido la estrategia del Estado Mexicano para dinamizar la economía del país a través de la cultura? O bueno ¿del turismo cultural? O mejor aún, ¿sabe cuál es la estrategia del Estado para fomentar, proyectar y solidificar a artistas con mediana y gran trayectoria? NINGUNA. ¿Por qué los recortes de presupuestos primero son al área cultural? Le diré por qué… por ignorancia. Entonces… los representantes de los partidos que han ostentado el poder (usted póngale nombres) le hacen caso a sus jefes de prensa y/o comunicación y publican sus congratulaciones cuando ellos son parte de un sistema que ha venido boicoteando la riqueza nacional y cultural desde hace años, obligando a que los cerebros y talentos se vayan del país, porque aquí no hay quien dé un cinco por ellos… ¿O no?

“The Shape of Water” es una película coreográfica, fina, bellísima, cero complicada, con una música deliciosa y una estética bien trabajada. Al verla me remite a Guillermo del Toro en el acto, un autor, incapaz de traicionarse.

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