Cuidemos al árbitro
Hace 25 años, en un vuelo doméstico entre Frankfurt y Münich, hablaba con mi compañero de asiento, un ciudadano alemán pero que hablaba un español impecable, el tema de conversación no podía ser otro que las próximas elecciones presidenciales en México, él daba por hecho que ganaría el partido del oficialismo, y yo le decía que por primera vez en más de 70 años habría alternancia en el poder.
Llegó el 2 de julio del año 2000 y ese alemán recordó a su compañera de vuelo, pues en México se vivía la alternancia, pero ¿Por qué es importante la alternancia? Lo decíamos hace un par de semanas, el poder corrompe, y es necesario que los ciudadanos puedan cambiar al partido en el gobierno cuando consideren que sus acciones no son las adecuadas; si una misma persona o un mismo partido ganan siempre las elecciones estamos ante una dictadura, el primer supuesto lo vemos en Venezuela y el segundo fue por muchos años nuestro querido México, en palabras de Vargas Llosa, vivimos la dictadura perfecta.
La alternancia fue posible porque teníamos instituciones como el IFE, hoy INE. A finales del siglo pasado, se vio conveniente garantizar que el árbitro de las elecciones fuera imparcial, porque como en cualquier contienda deportiva si el árbitro inclina la balanza a un lado, por más que el otro lado sea un gran deportista, es difícil cambiar el sentido de la balanza, por lo que se creó un Instituto que transparentara los procesos electorales, garantizando que el partido en el poder no fuera juez y parte en las elecciones. El IFE se crea como un organismo ciudadano, los partidos políticos podían participar con voz, pero sin voto. Elección tras elección el IFE se fue ganando la confianza del electorado y de la ciudadanía en general.
Como cualquier organismo en el que participa el ser humano sus actividades son perfectibles y deben mejorarse conforme pasa el tiempo, hoy está sobre la mesa una reforma electoral, pero el resultado final no puede ser retroceder en lo ganado por los ciudadanos, esta reforma debe garantizar la autonomía del órgano encargado de organizar las elecciones, que haya una representación ciudadana y que los partidos políticos sigan con voz, pero sin voto, que los ciudadanos que formen parte del organismo electoral sea por méritos propios, que se garantice que quienes estén en el padrón sean los ciudadanos con facultades para emitir su voto, y que las credenciales de elector, tengan las medidas de seguridad para que no puedan ser duplicadas, que se establezcan reglas claras que garanticen la imparcialidad en el proceso electoral y una fiscalización efectiva del dinero destinado para las campañas electorales.
Si tenemos un INE fuerte, tendremos un México más fuerte, cuidemos al árbitro.