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Camichín, Ladino y Gacho

No son los apodos de jefes de plaza prófugos de algún grupo delincuencial de la comarca tapatía, tampoco alguna referencia a la picaresca nacional, es el nombre del cerro que se levanta en la comunidad de San Sebastián El Grande, en Tlajomulco, donde el martes expulsaron, literalmente, a sangre y fuego, a un grupo de familias que ahí habitaban.

Aunque esta trifulca pasó más bien desapercibida, no se trata de un asunto menor y tiene que ver con el grave problema, que, como comunidad, tenemos con los asentamientos irregulares, por toda una trama de corrupción, que utiliza como conejillos de indias, a quienes no tienen posibilidad de adquirir una vivienda.

De entrada, las autoridades de Tlajomulco, que dieron el aval para esta diligencia de desalojo que presuntamente está respaldada por un mandato judicial, pero que degeneró en violencia, deben indagar lo sucedido, y en su caso hacer las denuncias correspondientes.

Si efectivamente se trataba de una invasión de una propiedad privada de las familias que habían levantado cerca de 200 maltrechas viviendas, hechas principalmente de madera y otros materiales de segunda mano, esta tuvo que hacerse sin lujo de violencia y sin quemar las pertenencias de los que ahí vivían, como denuncian los desalojados, algunos de los cuales, aseguran que tenían viviendo ahí al menos tres años, y otros que empezaron a sembrar en esos terrenos desde hace dos décadas, porque a algunos les dijeron, que no tenían dueño, y otros a los que les regalaban o les daban muy baratos esos predios.

¿Quién es el famoso “Bigotes”, individuo al que señalan de rociar con gasolina las malparadas casitas y prenderles fuego con todo y las pocas pertenencias de sus moradores a los que les dieron una hora para abandonar el lugar y luego los sacaron a golpes y empujones?

Deslindado ese delicado asunto, toca resolver lo más importante, que es el muy probable intento de fundar en ese predio un nuevo asentamiento irregular, como hace más de 40 años se formó La Martinica y Lomas de Tabachines, en el cauce de un río, y que vivieron luto y calvario la semana pasada por las lluvias que desbordaron ese cuerpo de agua.

U otros como en su momento fueron Lomas de Oblatos, La Mezquitera o La Colonia Agrícola, entre muchas otras colonias que crecieron ante la complicidad de autoridades, falsos líderes sociales, y en años más recientes hasta grupos del crimen organizado.

Sería, pues, muy interesante ver qué estuvo detrás de la incipiente e interrumpida ocupación de esta parte del cerro Camichín, Ladino y Gacho, si alguna organización social y política buscando reivindicar el derecho a la vivienda o un simple despojo para una futura comercialización ilegal que significaría un nuevo asentamiento fuera de toda planeación urbana, como nos ha pasado por décadas.

jbarrera4r@gmail.com

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