Atacar efectos, no causas
¿Quién podría oponerse a que se castigue el reclutamiento forzado de menores?
La propuesta de la diputada emecista Mónica Magaña suena razonable: tipificar el delito de reclutamiento forzado infantil con penas de hasta 30 años de cárcel.
Esto añadiría un delito más al Código Penal de Jalisco para que lo persiga y castigue la Fiscalía del Estado.
La iniciativa responde a la preocupación social que ha generado el reclutamiento forzado para enrolar a jóvenes en las filas del crimen y por tanto la desaparición de personas.
Un agudo lector, César Eduardo Rodríguez y Romero, doctorante en Gestión de Paz y Prevención de Violencias, me compartió algunas reflexiones que comparto a manera de provocación:
“¿La tipificación de un nuevo delito modifica la crisis de personas desaparecidas?”.
“¿Qué es más sencillo para la Fiscalía: acreditar la desaparición o acreditar el reclutamiento forzado?”.
“¿Qué pasa si hay una concurrencia de ubicaciones entre dos o más entidades? ¿La trata de personas con fines de explotación laboral (aún ilegal) se toma en cuenta?”.
“¿Se requiere un delito específico para abordarlo con acciones?”.
“Si hay un reclutamiento forzado, ¿cuál es la propuesta para prevenirlo?”.
“¿La tipificación del delito de reclutamiento forzado genera certeza jurídica o un alivio discursivo para el Estado?”.
“¿A cuántas personas han sentenciado por desaparición?”.
Me tomo la libertad de responder esta última pregunta.
El número de sentencias por desaparición entre 2018 y 2024 en Jalisco conseguidas por la Fiscalía del Estado asciende a 63, según datos en la Plataforma Nacional de Transparencia.
De estas, 22 sentencias fueron absolutorias y 41 condenatorias. En contraste, el sexenio pasado cerró con 15 mil 348 personas desaparecidas.
Queda manifiesta la marginal capacidad de la Fiscalía del Estado para castigar la desaparición de personas.
Ante este panorama, ¿qué nos hace pensar que la Fiscalía sí perseguirá el reclutamiento forzado de menores? Antes habría que castigar y evitar la desaparición de personas.
La desaparición, contrario a lo que podríamos suponer, no es un asunto exclusivamente relacionado con criminales.
Este delito se alimenta de una juventud precaria: bajos salarios, falta de oportunidades y garantías de un futuro económico digno que la educación universitaria ya no ofrece.
Atacar sus efectos, no las causas, es el equivalente a comenzar por las ramas cuando el problema está en la raíz.
jonathan.lomeli@informador.com.mx