Antiguos refranes
“No le pido a Dios que me dé, sino que me ponga donde hay”, es un refrán inmemorial y ambiguo que delata la actitud de quien quiere trabajar en algo que sea realmente productivo, o más descaradamente, del que quiere estar ahí donde abundan los recursos, que él sabrá ingeniarse para beneficiarse de ellos sin trabajar, “para todo hay maña”.
Personas así se pueden encontrar en todas partes de este país y seguramente del mundo por más que los porcentajes varíen. Tampoco tiene que ver la condición social, económica, educativa o religiosa, los vividores se dan en dondequiera, pero proliferan ahí donde coinciden muchos con la misma intención, pues acaban protegiéndose entre sí, como dice otro refrán aún más antiguo “los similares se protegen con los similares”.
Seguramente este es el circo que están viviendo todos cuantos alcanzaron un puesto de poder para los próximos seis o tres años tanto en lo federal como en estados y municipios. Ya están donde hay, los titulares podrán ser honestos, pero creen que deben gratificar a cuantos los apoyaron, sobre todo si lo hicieron con bastante; obviamente muchos de los expectantes colaboradores no están pidiendo que les den, con que los dejen agarrar, con eso hay.
En estos meses de reparto de lo ajeno se distribuyen puestos, plazas de estas y de aquellas, salvoconductos, pagos en metálico y en especie, garantías, protecciones, y todavía más promesas de futuro. Entre los beneficiarios con responsabilidades de mayor poder podrá repetirse la escena del saliente sexenio donde estos personajes del inmediato segundo nivel ofrecen cargos a cambio de recibir permanentemente la mitad del salario de su contratado, sin contar las aportaciones al partido.
Con esa misma actitud estarán todos aquellos que pueden contratarse como asesores, sea del Congreso que es donde de ordinario abundan estas oportunidades y es más fácil ocultar este manejo, o de cualquier secretaría o subsecretaría, o subdirección de alguna dirección de alguna subsecretaria, de alguna coordinación de la dependencia que sea, aún si deban dar también la mitad de su salario a sabrá Dios quién.
En este mundo complejo hasta quienes trabajan de afanadores pueden figurar como asesores de algún ayuntamiento comarcano, ir a firmar y entregar al jefe la totalidad de lo percibido a cambio de alguna propina o por lo menos de conservar el puesto.
Con el poder federal pudiera ser que las cosas funcionen ahora de distinta manera, las intenciones del triunfador han sido muy claras, su programa de austeridad está ya manifiesto con pelos y señales, pese a la cascada de adhesiones que toda la esfera política ha hecho al margen de partidos o banderas, porque dicen, “la patria es primero”, hermoso dicho que se equilibra con otro: “la patria es la que me da de comer”.
No obstante la lucidez del proyecto de Andrés Manuel, el verdadero problema es cómo le va a hacer para ponerlo en marcha, cómo mantendrá a raya a sus propios seguidores que acaso andaban buscando estar donde hay, y sobre todo a los que decidieron seguirlo justo cuando advirtieron que ganaría, pues estar con él era estar en el arca abierta, esa donde el más justo peca.
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