Ideas

* Bizantinismos

La necesidad de llenar espacios, porque los equipos juegan uno o a lo sumo dos partidos por semana, pero los periódicos tienen que llenar varias páginas y los medios electrónicos hacer otro tanto con varias horas que tienen asignadas todos los días, propicia discusiones bizantinas como las que a últimas fechas han surgido acerca de si la grandeza del Cruz Azul es real o se trata de un cuento chino, o de la supuesta obligación que ciertos equipos tienen de ganar el campeonato.

(Por si fuera necesario puntualizarlo, por discusión bizantina se entiende, en sentido figurado, la que se caracteriza por ser artificiosa o demasiado sutil, o aquella en la que al final no se llega a ninguna conclusión, o aquella en que se malgasta tiempo que podría aprovecharse en asuntos más útiles. Se les denomina así porque en los concilios de la primera Iglesia Ortodoxa Griega, que se celebraban en Bizancio —la actual Estambul— se discutían temas tan jalados de los pelos como el sexo de los ángeles, el destino de los niños que mueren sin bautizar… o si Cristo se reía).

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Si por “grandeza”, diccionario en mano, se entiende “importancia” —concepto que en materia de futbol se asocia con los títulos obtenidos o con la popularidad de los equipos—, cualquiera diría que el Cruz Azul, aun en años de Vacas Flacas (como han sido los más de 15 que lleva... y contando), la tiene; como la tienen Guadalajara y América —ejemplos obligados— aun en temporadas en que los títulos se les niegan; o León, Toluca, Tigres o Monterrey… y aun Atlas, aunque su peso específico en Guadalajara y anexas sea inversamente proporcional a los títulos conseguidos a lo largo de su historia… o precisamente por ello.

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Por lo que hace a la obligación que supuestamente tendrían varios equipos —obvia decir cuáles— de ganar el título, si por obligación se entiende la exigencia de hacer o cumplir algo y de antemano se sabe que de los equipos que participan en un campeonato sólo uno podrá ganarlo, se infiere que, sin perjuicio de la obligación —ahí sí— de hacer en cada partido su mejor esfuerzo para conseguir el objetivo, a nadie se le puede imponer la conquista del título como un compromiso irrenunciable.
En todo caso, como dijo el simple, “obligación es, si entras al restaurante, pagar la cuenta… y dejar propina”.

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